Linctavia

¿Yo por aquí? No lo sé ni yo... Llevo sin escribir desde el verano y como me ha dolido tantísimo este último episodio de The 100, pues aquí os traigo esto bcs why not. No voy a enrollarme aquí porque ni siquiera sé si alguien va a leer esto o no, así que aquí lo dejo directamente y hale. Por cierto, nunca he sido buena con los títulos.


Volvía de rellenar la cantimplora del río que había a medio kilómetro de la pequeña tienda de Lincoln. Siempre era mejor tener el agua a mano en medio del entrenamiento, que darte cuenta que se te había olvidado llenarla de nuevo, y tener que aguantarte hasta el final. Como ya me había pasado en un par de ocasiones.

Lo mejor de todo es que siempre estábamos solos, por eso mismo iba tarareando una canción de un grupo llamado Coldplay que Bellamy siempre me ponía cuando vivíamos en el arca. No recordaba muy bien la letra, pero el ritmo lo sabía a la perfección. Tampoco podía ir cantando a pleno pulmón, por si nos estaban vigilando, nos convertiríamos en presa fácil.

Llegué al claro donde se encontraba nuestra tienda, Lincoln estaba sentado en una pequeña roca llena de musgo, terminando de afilar ambas espadas. Dejé la cantimplora a su lado y me recogí el pelo en una coleta mientras le observaba.

−Tienes que mejorar tu forma de esquivar y atacar. La última vez te hice daño, no quiero que se vuelva a repetir − alzó la mirada mientras dejaba la piedra que tenía en la mano a su lado.

Asentí y me quité la chaqueta, quedándome tan solo con una camiseta de tirantas negra. Para practicar me gustaba poder moverme con fluidez, y sin tener mucho peso encima. Según Lincoln eso era un error, ya que a las batallas se va con toda la armadura puesta. Yo le dije que paso a paso, y él asintió con una pequeña sonrisa antes de comenzar nuestro primer entrenamiento.

Oí como me chistaba y cuando le miré, estaba lanzándome mi espada mientras él se incorporaba. Tuve que cogerla al vuelo mientras daba un paso precipitado hacia atrás. Y a partir de ese momento, ya había empezado todo. Nunca me avisaba cuando comenzábamos, siempre decía que tenía que estar atenta, y últimamente eso se había convertido en algo más habitual. Aunque dado los últimos acontecimientos entre los clanes y nuestro grupo, no podía llevar más razón.

Comencé a andar hacia la izquierda, sin apartarle mi mirada de él en ningún momento. La primera vez que lo hice acabe en el suelo con su espada en mi cuello. Tuve que aprender rápido. Y con una nueva táctica, intentaba ir hacia donde me movía pero en el último momento dio un salto echándome la espada sobre la cabeza.

Rápidamente, levanté los dos brazos sujetando mi arma para parar la suya. Me atacó hacia abajo, y el movimiento de brazos fue tan brusco y rápido que pasó factura para intentar que no acabara su espada en mis rodillas, ya que me recorrió un calambre naciendo desde los hombros hacia abajo bastante fuerte.

Le gruñí y esta vez fui yo quién le intentó atacar hacia su costado, pero Lincoln fue más rápido y dio un paso hacia atrás. Con otro grito nuestras espadas se vieron envuelta en un ir y venir de golpes desde todas las direcciones, unas veces yo parando las suyas, y otras, él parando las mías, por no decir que era lo que ocurría todo el rato.

No sabía cuánto tiempo llevábamos ya, pero el sudor comenzaba a recorrerme desde la frente y el principio del cuello. También me pegaba la camiseta al estómago, lo que me era muy incómodo en ocasiones.

− Estás comenzando a agotarte, no puedes bajar la guardia, busca fuerzas o en el primer intento que tenga tu oponente acabará con tu vida.

Directo y conciso, como siempre. Fruncí el ceño y en dos pasos di un salto, mi espada buscaba su hombro para acabar allí. Pero como casi siempre también, él fue más rápido y me esquivó.

Lo siguiente lo vi como si fuera a cámara lenta, ya que ese último movimiento había acabado casi conmigo. Lincoln movió su arma con ambos brazos y me asestó un golpe en el brazo. Tendría seguramente todas las esperanzas de que lo parara, pero no fue así. Y cuando levantó la espada de mi carne, ya se veía una buena abertura en mi piel desde donde emanaba sangre.

La espada de Lincoln calló al segundo al suelo, sus manos envolvieron mi brazo izquierdo, como si así pudiera rebobinar lo que ha ocurrido y que la herida desapareciese.

Su boca se abrió, pero de ella no salió palabra alguna. Alzó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos. Como siempre, decía más con ellos que con ningún otro gesto. Podía leerle perfectamente lo que quería decir y sentía en aquellos ojos toda la lástima y la culpa de lo que acababa de hacer.

Cada vez que me miraba, sentía como si pasase una eternidad mientras me perdía en sus ojos, ambos nos quedábamos tan hipnotizados por el otro que siempre nos costaba reaccionar. Pero esta vez, las punzadas que emitía mi brazo me despertaron.

Coloqué una mano en su mejilla y me acerqué un poco a él.

−No pasa nada. No lo has hecho queriendo, y como dices, tengo que aprender de mis errores −Su mirada no cambió, pero asintió lentamente. −Estoy bien, en serio. Se cerrará con el tiempo, no es nada del otro mundo.

Me acerqué despacio para rozar sus labios con los míos y cuando me separé, Lincoln me cogió de la mano para llevarme a la roca donde estaba sentado antes. Hizo que me sentara encima de él y cogió la cantimplora, me la tendió para que le diera un par de buches y después la derramó por mi brazo para limpiar la herida. Sacó su botiquín que estaba envuelto en un trozo de piel y abrió también la pequeña cajita donde tenía los líquidos que solo él sabía para lo que servían.

No perdí de vista sus movimientos. Al final sacó un par de botecitos de la pequeña caja de metal, donde empapó dos manojos de hierbas con ellos y colocó ambos sobre la raja que cubría desde mi codo a mi muñeca. Los depositó con cuidado, como si eso pudiera hacerme más daño y una vez que estaba la herida cubierta por ellos, me envolvió toda esta por unas vendas, que les había proporcionado yo gracias a Clarke, que me había dado una pequeña parte del botiquín por si acaso.

−Gracias − susurré.

Apoyé mi frente contra la suya y alcé el brazo derecho para abrazarle por el cuello mientras buscaba su hombro para depositar mi cabeza allí. Su brazo me recorrió la cintura y me abrazó contra él. Cerré los ojos y suspiré mientras Lincoln me daba un beso en la frente.

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