Sympathy for the devil

Holi, no sé exactamente quién lee esto. Pero bueno, aquí os dejo otro relato de rol de una pequeña tortura de mi Bellatrix. Las letras en cursiva son de la otra chica que roleó el personaje de Mary (Alba) y el final es la aparición de Molly (Ana) para salvarla. Mi rol es la letra normal sin cursivas. Besis.

Os recuerdo que esta Bellatrix tiene 17 años y está en el último curso de Hogwarts y la actriz que uso para el rol es Phoebe Tonkin.




Había tenido una pelea gorda con Rodolphus, de esas de las que me saca de quicio al más no poder, de esas de las que ninguno de los dos nos controlamos, de esas que me daba ganas de arrancarle su propia cabeza con mis manos. Una pena que no lo hice, pero ahora… ahora tenía que buscar algo, tenía que desahogarme con algo… o alguien si tenía suerte. Tenía que usar mi navaja, hacía tiempo que algún animalillo no sufría por mí, y eso estaba muy mal. 

Con mi varita y navaja en manos, esta última escondida un poco en la túnica, salí corriendo del castillo. Pasé volando por todos los pasillos y escaleras, necesitaba aire fresco, no podía estar más tiempo ahí encerrada, sobre todo si me lo encontraba de nuevo. Porque esta vez no dudaría ni un segundo en rajarle esa estúpida cara que tenía, quién se creía él que era para llamarme todas esas cosas. 

Mis pasos acelerados llegaron al lago, helado al principio del agua y con algunas piedras cubiertas de escarcha. Pensaba dirigirme directamente al bosque, dónde encontraría alguna victima que sufriría de mi furia, pero lo que tenía ante mis ojos era mucho más apetitoso. 

Una chica, con la bufanda de Gryffindor, estaba sentada sobre una roca con un libro en las manos. No conocía muy bien su nombre, ¿Marlene? ¿Margaret? A quién le importaba, la pobre no sabía lo que se le venía encima, estaba tan furiosa que ni podía pensar en otra cosa. Tan solo en sangre, necesitaba hacer sufrir a alguien, y quién mejor que ella, el universo me la había puesto delante en un plato de plata para mí. 

Intentando ser sigilosa me acerqué a ella por detrás, con una sonrisa inocente en el rostro, y las manos a la espalda con ambos instrumentos ocultados. 

─Querida, ¿qué haces aquí afuera con la helada que estás cayendo? Vas a coger un constipado…─ dije con toda la dulzura que pude en la voz e intentando sonar todo lo inocente que pudiera.

Llevaba un buen rato acurrucada tras una roca leyendo después de su intensa conversación con Edgar Bones, y quien dice intensa, y quien dice conversación, dice Mary hablando y el pobre tejón escuchando sus penas. Ni siquiera oyó los pasos tras de ella, grave problema, cuando Mary leía, ya podía arder Troya que ella no iba a enterarse de que estaba pasando. Aunque en esa ocasión y tras reconocer su voz, desearía haber salido corriendo y no tener que tratar con la primogénita de las Black. 


- Bellatrix Black preocupándose por mi salud, que considerada por tu parte, 'querida'.



El tono era sarcástico, y le había salido sin querer, o no, en realidad le daba igual. Aquella demente era una de las que se dedicaban a recordarle tanto a ella como a Lily, su procedencia, y que los 'sangre sucia'no debían estar mezclados con magos como ellos. 



Cerró su libro y lo metió en la cartera. Su mano permaneció allí, escondida, aferrada a su varita y se levantó con cuidado, apartándose de la roca lo más que pudo. ¿Y si Edgar andaba en lo cierto? Intentó no pensar en aquello.



- ¿Necesitas algo, Black?



Ignorando su pregunta, alcé rápidamente mi varita contra ella. Vi que su mano estaba escondida, y podía ser tonta pero no lo era tanto.


−¡Expelliarmus!− grité hacia su mano. Su cartera salió volando y con ella todo lo que estaba dentro. Luego volví a atacarla, tirando a Mary al suelo.−¡Expelliarmus!− grité de nuevo.

Me acerqué a ella a paso lento, sabía que no iría a ningún lado, y menos indefensa. Una sonrisa maliciosa me cruzaba el rostro. Oh, como iba a disfrutar de esto.

 −Pues sí, verás, necesito algo. Tengo algo dentro de mí que me concome, y no sabes cuánto querida.

Usé su mismo tono sarcástico. Al menos la pregunté que yo le formulé antes era sincera, bueno… Más o menos. Con una pequeña carcajada di un salto y me coloqué encima de ella a horcajadas. Alcé la navaja con la mano izquierda y se la coloqué frente a su cara, para que la viera.

−Creo que no la conoces, ¿verdad? Me susurra que tiene muchas ganas de conocerte…− solté una profunda carcajada mientras eché la cabeza hacia atrás y volví a mirarla sonriendo. ¡Qué bien nos lo íbamos a pasar!

Ni siquiera le había dado tiempo a reaccionar. ¿Pero qué coño le pasaba a esa? Sabía que Bellatrix era un poco..bueno, estaba un poco desequilibrada, o eso es lo que se rumoreaba, al menos, no había tenido el placer de tenerla cerca, hasta esa tarde. 


Notó las piedras que rodeaban la orilla del lago clavándose en su espalda, una había chocado contra su cabeza por culpa del golpe. Estaba un poco aturdida, pero su mente se despejó cuando vio la navaja a menos de dos centímetros de su nariz. Aquello no iba a acabar bien. 



- Suéltame.



Empezó a patalear para intentar zafarse de la primogénita de las Black, Mary tenía un hermano mayor, se había escabullido miles de veces bajo un peso mayor que el de aquella tarada. Pataleó hasta que consiguió tirar a la chica hacia un lado. 



Aquello le dio un poco de tiempo para intentar incorporarse y recuperar su varita. Tenía que hacerlo, no iba a dejar que la hiciese daño. 



Mientras se levantaba pudo oír los chillidos aberrantes que salían por la boca de Bellatrix Black. Aquello realmente la había hecho enfadar y si no conseguía la varita lo iba a pagar bastante caro, así que echó a correr hacia su cartera antes de que la otra reaccionase.


 Apretaba con fuerzas las piernas sobre su cuerpo, para que no se escapara, pero con un desliz que tuve al reírme, aflojó y ella pudo golpearme. Caí hacia un lado, golpeándome en mis brazos desnudos con las piedras que había en la orilla. Comencé a gritar, enfadada por completo por lo que acababa de hacer. ¡Esa idiota estaba fastidiando todo!

Me estiré un poco para coger la varita y cuando la tuve de nuevo en mi mano, no me lo pensé dos veces. Apunté hacia ¿Mary? ¡Sí, creo que ese era su nombre! Y dije con firmeza:

−¡Crucio!

Me incorporé rápidamente y cuando me acerqué a ella, que estaba tirada en el suelo retorciéndose de dolor, sonreí con malicia.

−No me dejas otra alternativa querida… ¿En serio crees que te puedes librar tan rápido de mí? Oh…

Me llevé una mano al pecho y me agaché para coger su varita, la lancé al lago y di un par de saltitos emocionada.

−Te estás portando muy mal, y no quería recurrir a esto, pero no me dejas otra, en serio… Incarcerous.

Atada, sabía que no podía ir a ningún lado. Deshice los pasos de antes para coger la navaja del suelo y volví hacia donde se encontraba la Gryffindor. De un golpe, volví a sentarme sobre ella a horcajadas.

−A ver… A ver… ¿Por dónde íbamos?− Me llevé las manos con la varita y la navaja hacia mi cara y comencé a reírme planeando lo que iba a hacer.


La tenía, casi la tenía. 



Cuando los dedos de Mary rozaron su varita, un terrible dolor le recorrió todo el cuerpo y no pudo evitar soltar un grito terminando tirada en el suelo. Aquello no era ni de lejos una broma pesada.



Las cuerdas le apretaban el cuerpo, aunque estaba demasiado aturdida por todo lo que había pasado hacía apenas dos minutos antes como para intentar resistirse. 



Estaba aterrada. Había sufrido humillaciones antes, incluso bromas, pero aquello...aquello. Solo podía mirarla, cada vez que intentaba moverse, las cuerdas la rozaban, y ya empezaban a hacerle heridas. 



- Dejame en paz, no le diré a nadie nada, pero dejame tranquila Black.



Aquello tenía el mínimo tono de súplica, pero lo tenía, si había sido capaz de usar una maldición imperdonable con ella, no se quería ni imaginar lo que iba a venir después.


 −Oh, sé que no se lo dirás a nadie, porque si no, las consecuencias serán mucho peor que esto… Créeme…

Deslicé la hoja de mi navaja por si mejilla, seguro que el frío del metal le reconfortaba, porque lo que venía ahora… Volví a reír con una carcajada sonora. Acaricié el cuello con mi pequeña amiga, la clavícula derecha y cuando llegué ahí, me puse la varita en la boca y arranqué con ayuda del arma afilada parte de su ropa, dejando la piel desnuda al aire.

Me guardé la varita en la bota derecha para que no molestara y me incliné hacia su cara sonriendo de oreja a oreja.

−Oh Mary… Voy a hacerte un gran, gran regalo y sé que no podrás agradecérmelo nunca. Verás, no… no puedes olvidar lo que eres. Y para ello, voy a marcarte, para que lo recuerdes durante toda la vida. La gente como tú solo hace ensuciar el nombre de los magos. Vosotros… sois basura, no servís para nada y tan solo ensuciáis nuestro sitio. La sangre verdadera es la que regenta, no la vuestra.

Tras escupir esas palabras, me relamí los labios. Cogí aire y a continuación bajé un poco por sus piernas para poder inclinarme sobre ella. Jugué tan solo unos segundos pasándome la navaja de una mano a otra y finalmente se la clavé. Lentamente sobre su piel, abriendo esta y formando la primera letra de lo que era.

La M ya comenzaba a formar parte de su piel, corriendo hilos de sangre por la punta afilada. Cada gemido de dolor que hacía, era música para mis oídos, y mi sonrisa no podía ampliarse más.

Al cabo de unos minutos, la palabra mudblood estaba escrita bajo su clavícula derecha. Me pasé la hoja de la navaja por la lengua, para limpiar la sangre que había en ella, y miré a Mary mientras pasaba el dedo luego por la navaja. Pobrecita… Parecía que estaba ¡sufriendo tanto! ¡Qué maravilloso! Podía haberla dejado inconsciente antes de empezar, pero entonces, no sería divertido.

El color de la piel de Mary palideció dos tonos al notar el metal de la navaja sobre su piel, y otros más, si era posible cuando Bellatrix empezó a desgarrar su ropa. 


Lo primero que notó fue el frío filo del arma clavándose en su clavícula, acto seguido le siguieron más, al principio, Mary intentó resistirse a gritar, pero al final no puedo contenerse.



La vio sonreír con satisfacción, pero la estaba mirando como quien miraba un reflejo en el espejo, estaba consciente, sí, pero aturdida. Más incluso que antes, ¿de verdad nadie oía sus gritos? 

 - No eres mejor que yo, arpía.


Farfulló y la escupió. Tuvo la buena suerte de al menos llegar a las botas de la chica, eso la cabrearía más, pero no iba dejar que la humillara de aquella manera, iba a seguir atacándola como pudiera, pasase lo que pasase. Notaba el aire frío y la herida le escocía, se contuvo para no llorar, no iba a darle el gusto a aquella chiflada.



Bajé la mirada hacia ella, y al escuchar sus palabras, ladeé la cabeza como si no la hubiera escuchado bien.

─¿A quién has llamado arpía? ─ Dije a la misma vez que le clavaba la navaja al final de la palabra, haciendo un gran punto que no paraba de sangrar.─ Y sí que lo soy, yo no soy una asquerosa sangre sucia como tú.

Le escupí en la cara y me saqué la varita de la bota. Apunté con esta a su sien izquierda y grité:

─¡Crucio! ¡Crucio! ¡Crucio! 

Me levanté de ella con una sonrisa triunfal en el rostro, andando lentamente hacia atrás. La observé detenidamente, viendo como sufría y alimentándome de su dolor. Volví a agacharme a su lado y le aparté un par de mechones sudorosos de la frente.

─Pobre, pobre Mary. Espero que al fin y al cabo no cojas frío. Sería una pena que alguien te encontrara aquí muerta por congelamiento ─ me acerqué más aún hasta que mi boca quedo a centímetros de su oído.─ Y recuerda, si se lo cuentas a alguien, lo sabré.

Con un salto me incorporé y me fui de allí dando saltitos. ¡Qué buena noche había quedado! Seguro que aún quedaba algo para cenar en el Gran Comedor.

Mary tragó saliva cuando la volvió a ver con la navaja en la mano y acabó en su clavícula de nuevo. 


Después vino, en su opinión, lo peor. Notó como un dolor recorría toda su médula espinal y se expandía por todo su cuerpo, y así varias veces, gritó, pero al parecer nadie la oía, volvió a gritar. Aquello era insoportable. ¿Cómo no había sido más lista? Pudo escuchar su amenaza antes de que empezara a perder el conocimiento, poco a poco, el cielo gris empezaba a tornarse de un color oscuro. 



Oyó una voz, pero no conseguía distinguirla, ni siquiera podía ver quien era. Seguía oyendo la voz y notaba como alguien la zarandeaba, pero Mary ya estaba totalmente inconsciente. 


 (Molly) 

Ya se encontraba mejor. A aquellas horas las náuseas casi habían desaparecido, no necesitaba estar en la Enfermería y mucho menos recluida en su habitación o en la Sala Común, así que decidió salir a dar una vuelta por el lago, por primera vez sin Arthur. Quería pensar y asimilar el giro de 180º que había dado su vida en cuestión de una semana. 

Conforme iba acercándose a su destino, pareció escuchar gritos. ¿Gritos? ¿Viniendo del lago? Todas las alarmas de Molly comenzaron a sonar, especialmente cuando a lo lejos vio a Bellatrix Black yéndose de allí dando... Dando saltitos. Y cuando aquella chica estaba así de feliz era porque había provocado cualquier catástrofe. 

Buscó el lugar exacto de donde provenían los gritos y finalmente, se encontró en el suelo a nada más y nada menos que una de sus mejores amigas: Mary. Todo el cuerpo de Molly comenzó a temblar y tuvo que forzar sus piernas para poder llegar hasta ella, tirándose al suelo y cogiendo con una mano su cabeza y con la otra su mano. 

—¡¿Mary?! Oh, Mary —Molly empezó a llorar desconsoladamente cuando leyó "mudblood", un término horroroso que solo usaban personas más horrorosas aún—. Aguanta, por favor. Te voy a llevar a la enfermería. 

Finite incantatem, pronunció Molly, apuntando a las cuerdas que ataban a Mary. La maldición aprisionadora, Incarcerous. Por ella misma no conseguiría llevarla hasta la enfermería y no podía aparecerse dentro de Hogwarts, menos cuando era inexperta todavía. Así, servida del hechizo Mobilicorpus, consiguió llevarla hasta la enfermería. Bellatrix Black se las iba a pagar.

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