Vanille, chocolat et biscuits



Una hora y media más tarde, después de habernos duchado juntas estamos en mi cuarto. Ella tiene puesto su pijama favorito, uno violeta y con flores rosas de mangas cortas y pantalones por debajo de la rodilla, le encanta porque tiene la cara de un oso panda en la camiseta dibujado. No sé qué tendrá que le gusta tanto. Yo en cambio llevo el camisón más grande que he encontrado, para poder estar lo más cómoda posible con la barriga, ya que noto movimiento todo el rato y es muy incómodo tener una tela pegada.

Brigitte se está muy quieta sobre el puff redondo que hay a los pies del sillón. Tengo que cepillarle el pelo mojado, y cada vez que lo hago se queda como una estatua. La sitúo entre mis piernas, y apoya sus bracitos sobre mis rodillas. Comienzo a pasar el cepillo por su cabello. En un rato comenzará a secarse y sus rizos naturales saldrán tan preciosos como siempre. De mayor va a ser un peligro, será más guapa que yo sin duda y tendrá a todos y todas detrás de ella.

Una vez que he acabado y ya está todo su pelo desenredado, la cojo de la mano para que se gire y le sonrío. Me acerco a ella poniendo morritos para darle un beso y me imita hasta que finalmente nos damos un pequeño beso.

Justo en ese momento entra Teddy por la puerta, lleva un plato en la mano y por lo que puedo ver desde donde estoy sentada tiene pinta de ser una tarta de chocolate con crema. Por Merlín, como me conoce.

Le doy un toque en la nariz a Brigitte.

—¿Bajas con mucho cuidado las escaleras y vas a buscar al tío Louis a ver si quieres jugar contigo?

Shi mami — dice asintiendo.

Confío en ella ya que no es la primera vez que ha bajado sola, más de una vez me la he encontrado donde no debía sin haber avisado a nadie, por lo que sé que lo hará. Teddy se le queda mirando mientras salta del puff y se va corriendo. Mientras tanto, yo me echo hacia atrás del sillón y me acomodo.

Teddy me acerca el plato y yo lo cojo sin pensarlo, porque en efecto es una tarta de chocolate con un buen relleno de crema.

—¿Estás enfadada conmigo?
Pincho la punta de la tarta y me llevo a la boca el trozo. Una vez que lo he degustado y tragado, hablo.

—No puedo enfadarme contigo después de todo este tiempo sin ti. Debería de estarlo, pero soy incapaz — Al decir eso, Teddy se acerca al puff donde estaba nuestra hija antes y se sienta entre mis piernas quedando de frente a mí. — En realidad lo estoy con todos supongo, porque todos conocían lo que estaba pasando menos yo. Aunque tampoco puedo enfadarme con todos…

Y menos de nuevo con mi hermana cuando parece que acabo de recuperarla. Sigo comiendo como si nada y Teddy levanta la mano derecha para acariciarme la pantorrilla.

—Lo siento — dice y tras una pequeña pausa vuelve a hablar —. En realidad la mitad de los mayores de ahí no tenían ni idea. Solo lo sabían Harry, Ron y Hermione. Tu madre se ha llevado un buen rato gritando a tu hermana en francés, así que a saber lo que le habrá dicho. Pero, ¿sabes que todo esto era para que estuvieras más segura, verdad?

Bufo mientras mastico y si hubiera tenido la boca abierta le podía haber manchado entero de migas de bizcocho.

—¿Segura? Si no hubieras sido tú el que entró por la puerta hace dos noches y llega a ser… no sé, Arthur o alguien peor, ¿qué hubiera hecho? ¿Podría haberme defendido? ¿Con un paraguas como pensaba atacarte a ti? La casa no estaba segura porque creía que no hacía falta que estuviera. Nuestra hija estaba arriba y yo no podía haber llegado a ella. Si todo esto lo hubiera sabido, llevaría la varita pegada a mi brazo para poder defenderme en cualquier momento si llega a pasar algo.

Dejo el plato sobre mi barriga y el ser que tengo dentro se queja dándome una patada. Teddy suspira y se pasa la mano por el pelo, agacha la mirada por un momento hasta que finalmente la alza.

—Lo sé, lo sé Victoire… Deberíamos de habértelo contado todo, ahora me arrepiento más que nunca. Pero nadie llegó a pensar que esto pasaría, que a mí me… — a pesar de todo pincho otro trozo de tarta mientras él habla —. Es cierto que en Hogwarts casi no ocurrió nada mientras nosotros estuvimos allí. Pero tú desconocías de todo lo que pasaba, y yo solo me enteraba en un par de ocasiones porque James quería que me uniera, y me negaba en todo momento, porque si no, sé qué no estarías protegida. Cuando salimos de Hogwarts, James siguió insistiendo, pero lo rechazaba siempre. No podía estar involucrado en ese tema si me acababa de casar contigo. Eras y eres mi prioridad y lo seguiría rechazando un millón de veces si no… si no me hubieran secuestrado. Así que si, ahora tenemos que estar dentro de este tema, pero porque no queda más remedio y porque desgraciadamente las cosas están cambiando de nuevo, por culpa de un par de locos y al parecer la hija de…

Mi labio inferior comienza a temblar, por puro miedo de todo lo que ha dicho y porque las hormonas no ayudan en nada en esta situación. Teddy se incorpora de inmediato y me agarra la cara con ambas manos, pegando su frente a la mía.

—Shhh.

Demasiado tarde, un par de lágrimas ya corren por mis mejillas y yo cierro los ojos fuertemente para que no se escapen más.

Noto como una mano de Teddy retira el plato que tengo entre las mías y me abraza como puede.

—No volverá a pasar nada. Nos iremos a Francia si es necesario. O a Rusia, aunque haga más frío allí. Pero no dejare que os pase nada a ninguno de los tres. Te lo prometo.

Asiento y abro los ojos para encontrármelo a centímetros de mí. Se aproxima hasta que nuestros labios se acarician suavemente, los suyos me ayudan a controlar el temblor, por lo que los busco un poco para calmarme más.

Cuando nos separamos, intento controlar mi respiración y sus manos limpian lo que quedan de lágrimas en mi rostro.

—Creía… que nada de esto era verdad. Que a nosotros no nos iba a pasar como a nuestros padres y… No soportaría perderte de nuevo y… nuestros hijos…

Me echo el pelo hacia atrás nerviosa.

—No va a pasarle nada a nadie. Ni a mí, ni a ellos, y mucho menos a ti. Tenemos mucha información, tu hermana y tus primos saben mucho. Podemos ganar esto como hicieron nuestros padres.

—Quiero saber todo — digo convencida —. Quiero enterarme hasta el más mínimo detalle. Quiero que Dom, Albus, James, todos, me cuenten lo que sabe. Quiero estar preparada para lo que pueda venir. Quiero ir a la próxima reunión que tengan con Viola y el resto, a pesar de todos estos años. No pienso quedarme cruzada de brazos, no lo haré.

Niego con la cabeza mientras me incorporo un poco. Desvío la mirada hacia un punto en mitad de la pared entre la mesita de noche y el armario y asiento pensando en todo. Tras unos segundos vuelvo a mirar a Teddy que se ha sentado de nuevo.

—Pondremos salvaguardas por toda la casa y la playa ahora, — dice — lo haremos entre todos y no pasará nada. Quien quiera venir será porque conoce donde estamos, y sabrá como entrar a pesar de ello. Eso es muy seguro, por lo que no deberías de preocuparte mucho por ahora, ¿vale? Y mañana podrán venir de nuevo para que te cuenten todo. Pero por hoy ya está bien, es tarde y algunos ya se han ido.

Asiento mientras miro el plato vacío de tarta, me la he zampado más rápido de lo que creía.

—Mañana deberíamos de ir a Ollivanders, necesitas una varita nueva. Dudo que con la mía puedas hacer mucho.

Teddy asiente y se levanta tendiéndome una mano.

—Vamos, abajo hay más tarta y pronto se irán los que quedan.


Siento su pie de nuevo sobre mi garganta, me la aprieta poco a poco dejándome sin respiración. Mi varita está lejos de mí. En realidad no sé dónde está, creía que la tenía cerca pero el patio está tan lleno de escombros que es imposible ver nada. Comienzo a ver borroso, rodeo su tobillo con mis manos intentando quitármela de encima pero ella tan solo aprieta más.

¿Eso que he oído es alguien llamándome? ¿Era la voz de mi madre? ¿Aquí, en Hogwarts? Es imposible. En realidad me está entrando un poco de sueño, pero solo quiero tener aire.

Intento hablar pero no lo consigo, su fuerza es más poderosa contra mí y mis dedos se aflojan alrededor de su bota. Solo… quiero… aire…

Lo último que veo es la cara de Viola sonriendo con satisfacción antes de cerrar los ojos.

Pero en realidad los abro, buscando esa bocanada de aire imaginaria que me hacía falta. Me siento en la cama nerviosa, mirando a los lados y temblando un poco. Noto como tengo el pelo pegado a la frente por el sudor. Pego un pequeño brinco cuando la mano de Teddy se posa sobre mi hombro.
—Estás bien. Estás en casa…

Le miro con los ojos a punto de salirse de las órbitas. Asiento entendiéndole e intento respirar hondo.
Estoy en casa. Estoy bien. No vuelvo a estar en Hogwarts. Estoy en casa con Teddy. Y es este mismo el que me ofrece un poco de agua. Le acepto el vaso y bebo lentamente.

—¿Qué estaba pasando? Llevabas un rato dándome patadas y moviéndote… no mucho, pero estabas muy inquieta.

Le devuelvo el vaso, coloco un par de almohadones en mi espalda y me echo hacia atrás poco a poco.

—¿Te acuerdas la batalla que hubo cuando estaba en sexto? ¿Cuándo… se descubrió todo? Pues bien, acabo de vivirla de nuevo.

Cierro los ojos y suspiro, pasándome la mano por la cara. Teddy me acaricia el brazo y se reclina de costado a mi lado.

Por suerte, esa misma tarde antes de irse la tía Hermione, me ayudó a mejorar la poción que le estaba dando para sus costillas y prácticamente estaba curado por dentro. Tan solo tenía el moretón de la piel, que se le iría en un par de días, pero ya podía moverse con más tranquilidad sin el miedo a que se perforara algo por la fracturación de las costillas.

—¿Sigues teniéndole miedo a Viola? — me pregunta en un susurro.

Me encojo de hombros mientras saco los pies fuera de la sábana, estaba comenzando a agobiarme.

—¿Supongo que no? En realidad no lo sé. Ni yo misma supe que dije esta mañana cuando quería reunirme con ella, pero al fin y al cabo… supongo que tendré que hacerlo, ¿no?

Teddy me deja un beso en el brazo.

—Creo que será mejor que lo pienses mañana, no son horas, descansa — se inclina un poco más hacia mí para darme un ligero beso en los labios y se vuelve a tumbar.

Me acomodo de nuevo de lado hacia él, cierro los ojos intentando conciliar el sueño pero me es imposible. La pesadilla ha hecho que me desvele por completo y ahora no voy a poder conciliar el sueño tan fácilmente. A pesar de que lo intento, pasado unos varios minutos le froto la espalda a Teddy.

—¿Cariño?

—¿Mmffm?

Sonrío sabiendo que está casi dormido de nuevo y siento pena por él por lo que voy a decir.

—Tengo hambre…— susurro.

Teddy se gira y se me queda mirándome durante unos segundos hasta que finalmente sonríe. Creo que no se extraña de nada en realidad. Estira una mano hacia la mesita de noche para encender la luz y se levanta a continuación.

Me vuelvo a incorporar para quedarme sentada en la cama mientras él sale por la puerta.

—¡Te quiero! — digo todo lo alto que puedo en un susurro.

Si Brigitte se despierta y me pilla comiendo, estoy segura de que se apuntaría sin pensarlo. Y entonces ya habría sido un caso perdido todo esto.

Al cabo de poco tiempo, Teddy entra de nuevo en la habitación. Lleva rodeado un bote lleno de galletas con un brazo, y entre este y el hueco que le queda hay una tarrina de helado de vainilla. En la otra mano trae un vaso de leche y dos cucharas.

—Con canela— dice tendiéndome el vaso.

Sonrío mientras lo agarro y lo dejo en mi mesita de noche.

—Me temo que me conoces demasiado bien, señor Lupin.

Me tiende el bote de galletas mientras él agarra la tarrina para que no se le caiga y se sienta a mi lado, quedando pegado completamente a mí. La paso la sábana por encima y enredo una pierna contra las suyas, la otra la dejo de lado flexionada, así estoy realmente cómoda.

Abro el bote, pero antes de coger una galleta, le miro y estiro el brazo ladeando su cara hacia mí. Sus ojos son de un celeste tan claro que puedo identificar perfectamente cómo se siente. Está tranquilo y feliz, y a mí me llena el alma saber que está así.

Suavemente le acerco hacia mí y le beso. Es un beso corto pero intenso y cuando me aparto, él está sonriéndome y me lo devuelve dándome un segundo. Me escurro un poco dejándome caer sobre él y ronroneo cuando muerdo la galleta. Al partirla, el chocolate líquido que la rellena se desliza por mi boca y cierro los ojos degustando tal maravilla.

La siguiente que cojo, la mojo en un poco de helado de vainilla y se la doy a probar a Teddy. Una vez que se la ha comido, me habla.

—Cuéntame cosas sobre ella, ¿qué me he perdido en todo este tiempo?

La pregunta me pilla por sorpresa, pero entrelazo nuestras manos acariciándole la palma con mi dedo gordo.

—Han sido pocas cosas, solo unos meses, piensa que tienes muchos años por delante para vivirlos, y que estos no han sido tantos. Como te dije, los primeros… —trago saliva — los primeros meses no pasó nada. Pero… hace dos meses en su cumpleaños— se me escapa una carcajada.

—¿Qué pasó?

Pillo otra galleta y comienzo a relatar.

—Pues bien, no me dejaron hacer nada respecto al tema de celebrarlo, ya lo habían decidido todo mis padres y mis tíos, así que no tenía voto en el asunto. Hicimos una pequeña fiesta en la parte de atrás de la casa. Sacamos la mesa grande y ahí celebramos el cumpleaños de Brigitte. Todo iba bien hasta que tocó abrir el regalo de James.

—Oh — exclama Teddy mientras se saca la cuchara de la boca.

—‘Oh’ se queda corto, créeme. Lo había pensado estupendamente para que no me alarmara desde un principio. Era la caja más grande que todas. No nos dimos cuenta a pesar de que también era lo perfectamente alargada para pensarlo… — Miro a Teddy asintiendo, porque seguramente por eso ya lo habría adivinado. Cojo otra galleta, y bañándola en el helado, me la como—. Ayudó a Brigitte a abrirla, en realidad le hacía más ilusión a él que a ella. La pobre solo se entusiasmaba cuando veía unas muñecas o peluches o juguetes que entendiera. Pero en cuanto James sacó la mini escoba de la caja…

Niego con la cabeza suspirando.

—¿Dónde está? ¿Sabe montarla? ¿Hicisteis fotos de ella arriba?

—¡Teddy! — Le golpeó el brazo—. Mi hija no se va a montar de ninguna de las maneras en una escoba voladora. ¡Es muy pequeña! Como se te ocurre…

Cojo aire y lo expulso lentamente. Si es que vaya dos, son tal para cual, no me extraña que le haga la misma ilusión que a mi primo.

—Bueno…— dice metiéndose la cuchara llena de helado en la boca—. Quizás en un par de años puede probarla. O cuando tenga seis. Yo la probé cuando tenía seis.

—O cuando tenga dieciséis también es una buena idea — le miro, alzando las cejas, retándole a que diga un par de palabras más—. ¿Me vas a dejar terminar de contar lo que pasó?

Asiente mientras sigue comiéndose el helado. Yo por mi parte, cojo otra galleta.

—Bien. Como decía, nada más sacar la escoba de la caja todos se volvieron locos al verla, menos yo. A la abuela Molly también le parecía una imprudencia. Suerte que Dom no vino, si no se hubiera puesto de parte de James para que montara — Cojo mi cuchara limpia hasta ahora y la hundo en el helado de vainilla para tomar un poco—. Por suerte para mí, Brigitte no se estaba enterando de nada de lo que pasaba, ella solo quería comer de una vez la tarta. Así que cuando fui a la cocina a por ella, dejé la escoba bajo la alacena guardada bajo llave, y ahí sigue estando.

—¡Venga ya!

Señalo a Teddy con una galleta, amenazándole con esta.

—¡Mi hija no se va a montar en una escoba he dicho! ¡Solo tiene dos años! Es muy pequeña, podría caerse y darse en la cabeza o romperse algo. De ninguna de las maneras lo hará.

Teddy me fulmina por unos segundos con la mirada hasta que se acerca para darle un bocado a la galleta que tenía delante suya entre mi mano. Termino riéndome y dejo caer la cabeza sobre su hombro.

—Un día, cuando me desperté de la siesta no la encontraba. Me asusté bastante la verdad. La había dejado en el salón jugando antes de que yo cayera dormida. Recorrí la casa planta por planta, mirando en todas las habitaciones, y cuando llegué a nuestro baño me la encontré subida en el taburete con la cara hecha un cuadro — entrelazo mi mano de nuevo con la de él—. Había cogido mi bolsa de maquillaje y ni te imaginas como se puso. Tenía las mejillas rojas y negras. La frente estaba llena de brillo, y los labios… ni quiero pensar que es lo que se puso ahí. Tuve que hacerle una foto, a pesar de todo lo que había hecho, no puedo negar que estaba graciosa con todo eso.

Teddy estira las comisuras de la boca sonriendo, pero sin muchas ganas.

—Eh — digo incorporándome un poco, aunque con bastante dificultad por todo el peso extra, por lo que sin mucho éxito—. La foto está guardada por algún cajón de por aquí, mañana te la enseño. Además, tú vas a ver ahora muchas cosas mejores que esas sin duda. ¿Y sabes por qué serán mejores? Porque ahora estás tú aquí.

Me sonríe y me da un beso en la frente.

—Siempre tienes las palabras adecuadas.

—Es un don especial que tengo — me encojo de hombros sonriéndole.

Miro el bote de galletas, la cantidad ha bajado considerablemente, y mañana lo lamentaré cuando quiera más. Pero aun así, saco otra y se la tiendo a Teddy para que la muerda. Al hacerlo, un poco del chocolate se cae por mis dedos y él extiende la lengua para limpiármelo. El resto de galleta me la llevo yo a la boca.

Teddy deja el tarro del helado vacío en la mesita. Vuelve a reclinarse de lado y pasa una mano por mi enorme tripa.

—¿Cuánto crees que le queda?

Decido que es una buena hora para cerrar el bote de galletas y así lo hago, dejando ésta en la mesita de noche junto al vaso de leche sin tomar.

—Mi madre me dijo hace un par de semanas que tendría que estar a punto ya. Llevo dos días que no deja de moverse, creo que se está colocando, así que lo más seguro es que no tarde mucho.

Me estiro un poco, ladeando la cabeza y arrastrándome hacia abajo para acomodarme en los almohadones.

Veo como Teddy se coloca lentamente encima de mí y apoya ambos brazos a los lados de mi cabeza.

—¿Quieres que adelantemos el proceso?— Alza una ceja, sonríe de lado y el muy descarado me mira los labios—. Ya sabes que dices que hacerlo adelanta el parto.

—¡Teddy! — ¿Es posible que me esté sonrojando por su culpa después de tantos años? — Eres… eres… un sinvergüenza.

Teddy suelta una carcajada y la ahoga contra mis labios. No puedo reprimirle mucho cuando paso una mano por su cuello y hundo un poco los dedos en su cabello, acercándolo más a mí.

Dejo escapar el aire cuando Teddy se separa y desliza sus labios por mi cuello. Oh no, maldita sea, sabe que por ahí no puede, pero aun así yo echo la cabeza hacia atrás, dejándole más espacio.

Suelto un pequeño gemido que paro mordiéndome el labio. Cierro los ojos fuertemente y niego la cabeza, esperando que así se aparte. Pero no lo consigo cuando noto su mano subir lentamente por mi pierna hacia arriba.

Por Merlín, tiene que parar.

Estiro un poco más el cuello intentando que se aparte cuando noto sus labios depositar un beso en el hueco de mi garganta.

—No. No. Teddy, para — abro los ojos y le miro—. Sigues estando débil, no podemos. No puedes.

—Me he alimentado bien, creo que he comido hasta más que tú, no va a pasar nada…

Me da otro beso pero sigo negando con la cabeza.

—Tienes un par de heridas aún abiertas. No puedes, no deberías, necesitas descansar y comer más…

— Suspiro intentando creerme yo también mis propias palabras—. Por favor…

Frunzo el ceño esperando a que ceda y le acaricio la cara. Teddy resopla un poco y alza su cabeza para darme un beso fugaz en los labios.

—Te quiero.

—Lo sé — le vuelvo a acariciar el rostro— y yo.

Antes de que se tumbe se sienta y me acaricia la barriga para después dejar un beso en ella. Sonrío de oreja a oreja y me siento en la cama mientras él se tumba para beberme el vaso con leche y canela que me ha traído, aunque lo dejo por la mitad.

Teddy apaga la luz y me recojo el pelo hacia un lado, averiguando en que postura ponerme, no me siento cómoda de ninguna forma al dormir, por lo que va a ser un reto caer de nuevo. Aunque el sueño siempre viene fácil a mí.


Decido recostarme por mi lado derecho y siento a Teddy abrazándome de espalda y dejando la cabeza un poco sobre mi cuello. Busco su mano para agarrarla y cierro los ojos con una pequeña sonrisa esta vez.

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