Verdades y mentiras
CogÃ
la segunda fresa para mojarla en el chocolate lÃquido que tenÃa en un bol junto
a la madera donde estaba cortando el pan. Brigitte ya habÃa desayunado un par
de tortitas y unos pequeños trozos de fruta que habÃa conseguido que me dejara
ponerle en el plato. Al final dejó un par de trozos de melocotón, pero sin duda
las tortitas bañadas en chocolate habÃan caÃdo enteras.
SabÃa
que Teddy no iba a desayunar poca cosa, tiene un apetito voraz y después de
todo este tiempo, podrÃa comerse todo lo que tuviera en la cocina. Asà que
aparte de las tortitas, iba a prepararle un par de tostadas con huevo y
aguacate, le encantaba desayunar eso.
Mientras
tanto, estaba aprovechando para hacer el almuerzo de Brigitte, la casa se iba a
llenar de gente el resto de dÃa y no iba a tener tiempo, asà que tenÃa que
estar preparada. Le hice un puré de verduras con un poco de pollo. Por suerte
mi hija habÃa salido al padre y no tenÃa ningún problema para que comiera, ya
que aceptaba todo.
Mojé
otra fresa, llenándola por completo de chocolate, lo que llevó a que las puntas
de mis dedos se mancharan. Asà que cuando me comà esta, me llevé cada dedo a la
boca para lamerlos, no podÃa desaprovechar ni una pizca de chocolate. SerÃa un
delito.
Cuando
estaba acabando con el dedo gordo en mis labios, escuché un sonido en la
puerta. Y con un pequeño brinco por culpa del susto inesperado, me giré para
encontrarme a Teddy recién despierto. Estaba completamente despeinado y llevaba
puesto la camiseta del pijama, una cosa inusual en él, pero sabÃa que era para
ocultar todas las heridas vendadas y las pocas que habÃan quedado al aire. Era
mejor asÃ.
—Buenos
dÃas, ¿has dormido bien? — me sequé la mano en el paño que tenÃa en la
encimera.
—Mejor
que nunca, la verdad.
Teddy
se pasó una mano por los pelos revolviéndoselos, aunque creo que era un intento
en peinarlos pero resultó ser en vano. ¿TenÃa un tono más claro o me lo estaba
imaginando?
Se
acercó a mà y sin decir palabra me cubrió la cara con ambas manos para
acercarme a él y darme un beso. Sonreà en sus labios y llevé la palma de mi
mano hacia su pecho, con cuidado, dándome la sensación de que se pudiera romper
de un momento a otro.
Se
separó de mà y se quedó mirándome seriamente. Llevé una mano a su pelo, pasando
mis dedos entre sus mechones cortos, luego la bajé hacia su mejilla y en aquel
momento dejó caer la cara en ella cerrando los ojos.
—No
voy a irme a ningún lado…— susurré como si le estuviera leyendo los
pensamientos.
Dejó
caer sus labios en mi frente y se quedó unos segundos asÃ, hasta que volvió a
hablar.
—Te
necesito…— dijo con un hilo de voz.
—Estoy
aquÃ. Estoy aquà — repetà inclinando mi cabeza hacia arriba para buscar sus
labios.
Con
un pequeño gemido respondió a mi beso. Una de sus manos bajó acariciándome el
costado, pasó por la redondez de mi barriga y luego fue al final de mi espalda,
dejándola en mi trasero y acercándome un poco más a él.
Mi
mano rodeó su cintura mientras nuestras lenguas jugaban, aún con la
desesperación del dÃa anterior, una desesperación que dudaba que se acabara
pronto. Nos separamos cuando sin querer le mordà el labio inferior, ya que se
quejó con una pequeña sonrisa. Aunque tampoco fui muy lejos ya que me quedé
abrazada a él, descansando la cabeza sobre su hombro y acariciándole el hueco
de la garganta.
—Van
a venir pronto, les he escrito a todos. TenÃan que saberlo cuanto antes, y te
he preparado un buen desayuno.
Teddy
asintió y agachó la cabeza para depositar varios besos por mi cuello. Yo me
encogà de inmediato, atrapando su cabeza con la mÃa. SabÃa que no podÃa
hacerlo, es mi punto débil.
—¡Teddy!
¡Que tienes que desayunar!
La
carcajada que soltó por eso me llenó por dentro. No creÃa que fuera a verlo tan
feliz nada más volver. En realidad, no creÃa que fuera a verlo de nuevo.
Intentó besarme de nuevo, pero yo le esquivé velozmente mientras ambos nos
reÃamos.
—¡Papi!
Ambos
miramos a la vez hacia las puertas que daban al comedor, mientras nuestros
cuerpos giraban enredados para ver a Brigitte que estaba con los brazos
abiertos hacia arriba. Vino hacia nosotros y Teddy se agachó para cogerla en
brazos.
—Buenos
dÃas brujilla. ¿Estabas jugando?
—A
lash cashistash — asintió Brigitte mientras ponÃa morritos.
Me
reà entre dientes al ver la cara tan graciosa que puso y dejé un beso en su
mejilla.
—Venga,
dile a papá que tiene que desayunar.
Me
giré para agarrar la varita que estaba sobre la encimera, entre un montón de
platos, cubiertos y alimentos y la agité para que la tetera se pusiera en
marcha.
Teddy
se sentó con Brigitte encima esperando a que le sirviera mientras esta le
relataba MerlÃn sabe el qué, ya que no entendÃamos la mitad de lo que decÃa.
Coloqué delante de él un plato con cuatro tortitas bien gordas, bañadas en
chocolate. Un bol de fruta mezclada y otro plato con las tostadas de huevo y
crema de aguacate. No podÃa faltar el té negro acompañando todo eso. Al ver la
comida me entró hambre de nuevo, asà que preparé un poco más de chocolate y un
bol de fresas para mÃ. Me senté a su lado y con las piernas estiradas en una
silla y con mi barriga haciendo de mesa desayunamos los tres, porque Brigitte
se apuntó a robarle un poco más de tortitas a su padre.
De
vez en cuando mientras Teddy masticaba y no tenÃa que coger el tenedor,
extendÃa la mano derecha para acariciarme la tripa. En ella tenÃa el bol de
chocolate apoyado y en la mano sujetaba el otro que estaba repleto de fresas.
Pero este casi se me cae al suelo cuando dos figuras se aparecieron en mitad de
la cocina sin avisar.
—¡Por
las barbas de MerlÃn! ¿Cuántas veces os he dicho que lo hagáis en la puerta y
llaméis antes? — grito tras pegar un brinco del susto.
Harry
y James me ignoraron por completo, ambos estaban mirando a Teddy embobados, sin
creerse lo que estaban viendo sus ojos.
—Es
cierto…— susurra mi tÃo Harry, incrédulo.
Teddy
se limpia la boca con la servilleta y se levanta dejando a Brigitte sentada en
su silla. Va directo hacia su padrino y le abraza hundiendo la cabeza en su
cuello, como si fuera de nuevo un niño pequeño.
Harry
ha sido el padre que nunca tuvo, y todos lo sabÃamos. Fue él quien me ayudó a
ir al ministerio para poner todos patas arribas para que le buscaran. Pero me
dijeron que no podÃan hacer nada, que no era el único que habÃa desaparecido.
Ahora las desapariciones habÃan aumentado con los rumores que habÃa de él, por
lo que no se podÃan centrar en solo una, solo la archivaron y siguieron como si
nada. Por mucho que grité, lloré y visité medio ministerio, ignoraron a una
mujer embarazada en busca de su marido desaparecido. Asà que Harry fue un gran
apoyo tanto como para mà como para la abuela Meda, que lo ha pasado igual de
mal que yo.
Tras
un rato, Harry se separa, tanto él como Teddy limpiándose unas lágrimas que se
han escapado sin permiso. Teddy se rÃe entre los dientes y se acerca a James.
—Ni
se te ocurra James, está muy débil.
Mi
primo me mira un poco anonadado, ya se habÃa fijado en la venda que cubre la
muñeca de Teddy y asiente mientras se acerca a él para abrazarle también. Ambos
tienen la mala costumbre de pegarse al saludarse, como simple saludo o antes de
darse un abrazo. Siempre caÃa un puñetazo o algo peor, y esta vez no iba a ser
asÃ. Esta vez, los dos no dejan de reÃrse mientras se abrazan y se sacuden
suavemente.
Mi
tÃo Harry se acerca para darme un beso en la mejilla al igual que Brigitte que
ahora que nadie la miraba, estaba pellizcando una tortita para poder comérsela
y se habÃa puesto perdida de chocolate, tanto las manos como la boca y parte de
la camiseta del pijama.
—Teddy,
termÃnate el desayuno o lo hará tu hija — le digo señalándola con la cabeza. —
¿Habéis desayunado? Serviros lo que queráis.
—No,
no, acabamos de desayunar, Ginny esperó a que termináramos porque sabÃa que
vendrÃamos directos. En cuanto Lily se despierte vendrán ellos — me dice Harry
sentándose en la mesa con nosotros.
—Uhm,
no te voy a hacer el feo prima, ¿dónde tienes las tostadas?
Siendo
él no me extraña nada que vuelva a comer como si no hubiera probado bocado en
todo el dÃa, asà que señalo la encimera donde estaba el pan ya cortado a la
espera de solo calentarlo y levanto la varita para que se pusiera todo en
marcha. Un par de tostadas se levantan en el aire y se meten en la tostadora.
Abro un armario y hago que salga un plato, la puerta de la nevera también se
abre y de ella sale la mantequilla que se pone en el plato a la vez que las
tostadas ya calientes. El plato finalmente se posa delante de James y este me
guiña un ojo.
Sacudo
la cabeza y me llevo una mano a la boca para taparla ante un bostezo
inesperado. Teddy tiene que acercarse a coger el bol de chocolate antes de que
se caiga ante el pequeño movimiento que he hecho.
—¿Quieres
subir a dormir? Puedo encargarme de Brigitte.
—No,
no, estoy bien —mentà un poquito, en realidad tenÃa sueño. En esta última fase
del embarazo podÃa quedarme dormida a todas horas y donde fuera. Pero también
podÃa aguantar un poco más hasta que llegaran todos.
Me
comà el bol entero de fresas, tampoco dejé ni una gota de chocolate. Por culpa
de eso el bebé comenzó a moverse, como si pudiera andar de un lado a otro de la
barriga. Corté a Teddy mientras hablaba con James agarrándole una mano y la
puse siguiendo las patadas que sentÃa en ese momento por la criatura.
Teddy
me miró a los ojos sonriendo y me apretó la mano mientras ponÃa la otra
intentando seguir el rastro del bebé que no paraba. Justo en ese momento
entraron por la puerta de la cocina mis padres, Louis, y para mi sorpresa,
Dominique.
Me
incorporé poco a poco, primero me senté en la silla con las piernas abiertas y
una vez que tenÃa suficiente aire y fuerzas, me agarré a la mesa para
levantarme. James se me quedó mirando mientras tanto.
—Eres
todo un caballero, James.
Este
se encogió de hombros y se terminó su tostada. Quité los platos sucios de la
mesa mientras mi familia daba la bienvenida a Teddy. Mamá comenzó a llorar al
abrazarle y Teddy tuvo que calmarla un poco. Luego vino hacia mà y siguió
llorando mientras me abrazaba. No sabÃa que decirle, estaba segura de que si abrÃa
la boca volverÃa a llorar yo también, y después de anoche, podÃa asegurar que
ya no me quedaba ninguna lágrima.
Anoche.
ParecÃa una eternidad y tan solo habÃa pasado horas.
Mamá
me acarició la cara sonriendo mientras ella misma se limpiaba las lágrimas. Le
di un beso en la mejilla y suspiré, intentando no llorar.
—¿Cómo
está Victoire? — susurró.
—Débil.
Y muy herido… Está… destrozado mamá, tiene costillas rotas, una muñeca en carne
viva que la he intentado salvar un poco y… ¡le han tenido que hacer de todo! No
quiero saber cómo está mentalmente… No sé cuánto tiempo necesitará para
recuperarse de esto…
El
labio inferior comienza a temblarme y cierro los ojos fuertemente para que
nadie me viera llorar.
—Está
bien cagiño, ya ha pasado todo — mamá
me da un beso en la frente y se pasa el pañuelo por las mejillas.
Cuando
mamá se va para buscar a Brigitte, Louis se acerca a mà para abrazarme y se me
escapa una carcajada por la cara de felicidad que tenÃa.
—Te
lo dije hermanita.
Le
abrazo y me separo seria de él cuando veo que Dominique se acerca a nosotros.
—¿Puedo
hablar contigo, Vic?
Suspiro
y miro detrás de ella, Teddy está entretenido hablando con uno y otro y
terminando de saludar a papá. Brigitte está en brazos de su abuela, asà que no
tenÃa que preocuparme mucho. Asiento y salgo de la cocina para llegar a la
entrada y girar a la derecha hacia el salón. Cierro las puertas correderas una
vez que ha pasado Dominique y me cruzo de brazos, quedándome de pie en medio de
la estancia.
—Solo
te pido que hoy no Dom, hoy no, por favor. Concédeme el dÃa de hoy, solo te
pido eso.
Me
paso la mano por el pelo, echándomelo hacia atrás, pero un mechón se desliza de
nuevo por la parte derecha de mi cabello cayéndome sobre la frente. Mi hermana
agacha un poco la mirada y cuando la alza, no sé identificar muy bien lo que
transmite sus ojos.
—Lo
siento. Siento… lo que te dije y… todo.
Mi
boca se abre y susurro un simple ‘oh’, incrédula por sus palabras. Esto va a
ser interesante. Sin decir nada, voy hacia uno de los sofás y me siento tras
colocar un cojÃn para mi espalda. Me siento un poco mareada por la situación,
no me esperaba para nada sus palabras y ahora no sé cómo actuar.
—¿Sabes
que no puedo perdonarte tan fácilmente no? Me hiciste mucho daño Dominique,
muchÃsimo… — la miro con el ceño fruncido y negando levemente con la cabeza.
—Lo
sé. Y vuelvo a repetir que lo siento.
DesvÃa
la mirada un poco incómoda. Ella tampoco se tiene que estar sintiendo bien con
esto, conociéndola le tiene que estar costando muchÃsimo decirme estas
palabras.
—¿Por
qué?
—¿Perdona?
— gira la cabeza para mirarme y el sol deja unos reflejos preciosos en su pelo
rojo. Tiene la melena tan larga como siempre y su color el color que tiene es
de una verdadera Weasley.
—¿Por
qué todos estos años han sido asÃ? Soy tu hermana, y en cambio… ahora no te
reconozco siquiera. No sé qué crees que te he hecho para… recibir este odio.
Porque si, me siento odiada por ti. Y… no sé, me lo he preguntado durante
muchos años Dominique, no sé qué pasó exactamente para que las dos termináramos
asÃ. Recuerdo todos los dÃas que pasamos en Hogwarts juntas, apoyándonos o
estando en casa jugando de pequeñas y me dan ganas de llorar, porque ahora eso
parece mentira. Sé que mamá sufre con nosotras dos asÃ, y yo también, mi hija
no sabe que tiene una tÃa, eres una desconocida para ella, y eso me duele a mÃ
también.
Mi
hermana aparta la mirada una vez que he terminado de hablar y traga saliva.
Tarda un rato en responder, pero al final lo hace, con un tono muy bajo, y con
su cara encendiéndose en tonos rojos por segundos.
—Eras
perfecta. Lo eres, mejor dicho. TenÃas y tienes de todo. Eras la hija modelo,
nunca hacÃas nada mal, todos confiaban en ti y yo… siempre estaba a tu sombra.
Bufo
ahogando una risa irónica. Que equivocada está.
—Estoy
muy lejos de ser perfecta. No lo soy para nada. Y tampoco tenÃa de todo. Solo
fui la primera, en cuanto llegaste tú todo cambió. Aún me acuerdo como todos
estaban sorprendido de que fueras la única pelirroja de los tres, hablaban de
eso hasta años más tarde. Y en cuanto llegaste tú, dejé de tener todo. TenÃa que compartirlo porque eras mi hermana pequeña y
a mà no me molestaba en absoluto. Me encantaba jugar contigo. Si no llega a ser
por ti no hubiera nunca montado en escoba. Tampoco me habrÃa manchado los
vestidos saltando en el barro si no hubiera estado contigo o me hubiera tirado
colina abajo cuando tenÃamos catorce años si tú no me llegas a incitar a ello.
Tú eras la salvaje de los tres, la divertida, la que no tenÃa miedo de nada. Yo
en cambio era todo lo contrario y Louis… Bueno, es Louis, es raro y distinto a
su manera.
Me
encojo de hombros y me coloco el cojÃn un poco mejor, removiéndome en el sitio
para encontrar una mejor postura, y continúo hablando.
—¿Sabes
que cuando llegué a Hogwarts no tenÃa amigos? SÃ, asà es. Weasley, rubia y en
Ravenclaw. No era del agrado de todos a decir verdad. SolÃa comer sola casi
siempre y cuando las demás de mi casa pasaban el tiempo juntas, yo me refugiaba
en la biblioteca. E incluso hablaban de ellos, me enteraba mientras pasaban a
mi lado por los pasillos, o por la sala común o el comedor. Todo cambió un dÃa
cuando después de Navidad, Teddy decidió que si hablaba conmigo en las comidas
familiares, también podÃa hacerlo en el colegio — esbozo una pequeña sonrisa. —
Al principio nos veÃamos muy de vez en cuando, solo para comentar un par de
cosas o de vez en cuando comÃamos juntos. Era muy tÃmido para hablarme en el
colegio, pero en cambio cuando volvÃamos a las comidas familiares, todo volvÃa
a la normalidad como todos los años. Esa timidez desaparecÃa y jugábamos como
si nada. A partir de segundo, cuando entraste en Hogwarts junto a un par más de
nuestros primos creÃa que iba a ser distinto, que todo iba a cambiar. Y asà fue
pero durante poco tiempo. Tú conseguiste entrar en la casa esperada y hacer
amigas, y aunque pasábamos mucho tiempo juntas sabÃa que era distinto.
>>
Teddy empezó a juntarse más con James y sus amigos, asà que yo me quedaba en la
biblioteca de nuevo, porque si sacaba malas notas creÃa que defraudarÃa a papá
y a mamá. Ese año Teddy se olvidó un poco de mÃ, pero en tercero después de la
comida de despedida pasamos más tiempo juntos. No nos separamos hasta quinto,
cuando un dÃa, en el lago después de clases, sin esperármelo, aunque creo que
él tampoco lo supo hasta ese momento, me robó un beso. — SonrÃo mirando a la
barriga, la cual me estoy acariciando, molesta por la posición en la que
estaba. — Empezamos a salir a escondidas, con miedo a que alguno de vosotros
nos pillaran. La biblioteca era nuestro mejor escondite, pero cuando se llenaba
de gente tenÃamos que recurrir a las afueras, era todo un reto esconderse en
los patios o tras los arbustos.
>>
En sexto, el dÃa antes de partir hacia Hogwarts, James nos pilló en su desván
mientras todos comÃan. Tuvimos que rogarle que no se lo contara a nadie, pero a
la vuelta en Navidad nos sobornó y decidimos contarlo. En realidad me daba
igual, era feliz y no te iba a engañar que estaba enamorada hasta las trancas,
pero no me di cuenta de ello hasta séptimo, cuando le golpearon en un partido
de Quidditch y fui a visitarlo a la enfermerÃa.
>>
Cuando habÃamos acabado ya la escuela y un dÃa montamos un picnic en la playa,
se quedó dormido sobre mis piernas, y ahÃ, fue cuando me di cuenta de que no
podÃa vivir sin él. Que no podrÃa pasar ni un solo dÃa separada de él, lo
necesitaba para respirar. Por suerte, a las dos semanas me pidió matrimonio. —
SonrÃo alzando las cejas y levanto la mano derecha para enseñar la alianza que
luzco en mi dedo anular. — Y desde entonces, no me separé nunca de él, hasta
que… Bueno, ahora que ha vuelto…
Trago
saliva y ladeo la cabeza, yéndome un momento en mis pensamientos, hasta que
decido seguir contando.
—No
te haces una idea de lo mal que lo pasé cuando supe que no iba a volver. No
salà de la cama en meses, no querÃa comer y tenÃa que alimentar a lo que estaba
creciendo dentro de mÃ. No querÃa mirar a mi hija, porque si lo hacÃa me
recordaba a él. Lo que me dijiste fue el colmo, aunque también me hizo abrir
los ojos para saber que no iba a volver. Que le habÃan hecho algo, porque muy a
tu pesar entonces sabÃa que él no me habÃa abandonado. Pero no podÃa pensar en
tener a otro sin él a mi lado. No querÃa. Y durante un mes me abandoné, mamá me
obligó a comer, pasaba todos los dÃas en mi casa y cuidaba de mi hija por mÃ.
Porque yo solo lloraba y dormÃa. Ella venÃa a buscarme y yo la miraba sin
verla, necesitaba a su madre y en cambio tan solo veÃa al espÃritu de ella.
Me
limpio la lágrima que se ha escapado y carraspeo para seguir.
—¿Sabes
lo mala madre que he sido? ¿Sabes lo mal que me sentÃa por no querer a mi
propio hijo? Por pensar que no serÃa capaz de mirarlo a la cara. Cuando me
dijeron que era un niño pensé que podrÃa salir con su pelo, y no hubiera soportado
eso. Simplemente no podÃa. Hasta ayer no sabÃa que iba a ser de mÃ, no veÃa la
salida al final de túnel. No sabÃa cómo iba a decirle a mi hija de dos años que
su padre estaba muerto y que este nunca iba a conocer a su nuevo hijo. Me he
vuelto loca todo este tiempo, mamá no sé cómo no tiró la toalla conmigo y… —
sacudo la cabeza, sin saber que más decir. — No sé qué pensarás, pero te
aseguro que estás muy equivocada con lo que piensas sobre mÃ. No soy nada de
eso y no tengo una vida perfecta ni por asomo.
Vuelvo
a limpiarme otra lágrima traicionera. Odiaba llorar delante de mi hermana,
siempre se habÃa reÃdo de mi cuando lo hacÃa.
Siguiendo
las sorpresas de la mañana, noto como Dominique me coge de la mano derecha y me
aprieta.
—¿Por
qué nunca me has contado nada de esto?
Me
encojo de hombros. No sé si esperaba hace años que me diera un arrebato y un
dÃa le confesara todos asà por las buenas, aunque bueno, creo que es lo que
acaba de pasar.
—Tampoco
preguntaste — respondo mirándola de reojo.
Las
puertas correderas tiemblan por un momento y tras unos segundos mientras
alguien hace fuerza se abren un poco y la cara de Brigitte aparece sonriendo de
oreja a oreja al verme.
—¡Mami!
Viene
corriendo hacia mà y la cojo en brazos sentándola entre nosotras dos. Se deja
caer sobre mi costado, apoya una mano sobre mi barriga y cierra los ojos. Me
quedo mirándola sonriendo y le acaricio el pelo a la espera de que caiga
dormida. Algunas veces se echa una siesta antes de comer, y ahora que no habrá
parado de unos brazos a otros, estará reventada.
Me
encuentro a Dominique mirándola, observándola más bien, hasta que finalmente
alza la mirada hacia mÃ.
—Se
parece mucho a ti. Aunque la boca es la de Ted.
Asiento
sonriendo desde el sentimiento de mamá orgullosa y atrapo un rizo perfecto
entre mis dedos.
—El
pelo tampoco es nuestro. Hubiera matado por tener unos rizos asÃ.
A
Dom se le escapa una pequeña carcajada y me mira el vientre.
—¿Cuántos
pensáis tener? — parece que por segundos se está aflojando algo dentro de ella,
ya que veo como le acaricia una pierna desnuda a Brigitte con un par de dedos.
SonrÃo
acariciándome el enorme bulto que tengo por barriga.
—Yo
querÃa cuatro, aunque Teddy siempre ha dicho de tener cinco, asà que ya veremos
que pasará.
Bostezo,
cubriéndome la mano con la boca y miro a mi hija que ha caÃdo redonda. Qué
envidia, y cuanto me gustarÃa acompañarla.
—¿Sabes?
— Digo — siempre he visto el caparazón que te has puesto encima. CreÃa que Max
ayudarÃa a romperlo, pero no sé qué ha sido ahora de vosotros, no lo veo desde
hace un par de años cuando hicimos esa reunión donde estaba Viola y él. Pero el
caso, si te dejas, puedes romperlo, pero tienes que querer hacerlo.
Sin
descifrar aún la mirada de Dominique que me mira, se relame el labio de arriba
después de mordérselo y ladea un poco la cabeza antes de hablar.
—Max
y yo… nos vemos de vez en cuando.
—Entiendo…
— la comisura derecha de mi labio se extiende intentando ocultar una sonrisa.
—Perdón
por todo Victoire, en serio. Eres mi hermana y… lo he hecho mal.
Gruño
por un momento ya que la patada que me ha dado el bebé ha sido en una parte muy
baja y me ha molestado. Me froto esa zona mientras me giro lentamente para que
Brigitte no se caiga al moverme y cuando lo hago, la voy sujetando poco a poco
a medida que me muevo. Cuando estoy al borde del sofá, coloco un cojÃn bajo su
cabeza y me levanto apoyándome en el sitio más cercano que es una mesita que
tengo al lado.
Dominique
se levanta también y ambas nos fundimos en un abrazo, algo torpe y tÃmido,
aunque intenso a la vez. Le doy un beso en la mejilla y me separo para mirar a
Brigitte, que está dormida con la boca abierta, y tan preciosa como siempre.
Agarro una manta que hay en el lateral del sofá y se la echo por encima con
cuidado de no despertarla.
Termino
de abrir las puertas que Brigitte habÃa dejado medio abiertas con la intención
de volver al comedor para reunirnos con los demás, cuando suena el timbre de la
puerta principal. Tan solo tengo que girarme un poco para abrir la puerta y en
cuanto lo hago, la abuela Meda interrumpe en mi casa mirando alrededor.
Mi
tÃa Ginny está aún en la entrada, con Lily y Albus, no me da tiempo a
saludarles cuando la abuela Meda ha parado de buscarle y me agarra de las
manos.
—¿Es
cierto mi niña? ¿Ha vuelto?
—Claro,
abuela. No os voy a mentir, está en la cocina. Vamos.
La
abuela Meda me agarra al brazo y juntas, vamos hacia allà con el resto
siguiéndonos. En realidad es ella quién tira de mÃ, impaciente por verle.
Al
entrar en la cocina y verle de espalda, la abuela Meda me aprieta el brazo a la
vez que suelta un grito. Teddy se gira rápidamente mientras saludaba a
Hermione, Ron, Rose y Hugo que habÃan llegado mientras yo estaba fuera y se nos
queda mirándonos.
Comienza
a llorar antes de venir hacia nosotras y la abuela Meda da un par de pasos
acercándose a él para fundirse ambos en un abrazo.
—Mi
niño…— dice Meda entre lágrimas mientras acuna a su nieto. Teddy tiene la cara
hundida en su cuello.
Hace
un año el abuelo Ted nos dejó y desde entonces la abuela Meda no ha sido la
misma. Pasaba casi todos los dÃas en nuestra casa, Teddy no podÃa dejarla sola
ni un segundo, además de que se entretenÃa con Brigitte bastante y era bueno
para ella despejar la mente de todo lo que querÃa recordar y llorar. Cuando
Teddy desapareció… no pudo con tanto, y al mes sufrió un infarto. Por ahora iba
a ahorrarle ese detalle a Teddy, era demasiado pronto para que lo descubriera.
—Accio — susurro y la varita que estaba
encima de la encimera vuela hacia mi mano. Con esta, hago un movimiento de
muñeca para que un par de pañuelos vuelen hacia mà y se lo tiendo a Teddy que
estaba a un paso mÃa, un poco encogido con la cara en el hombro de su abuela.
Una
vez se ha separado, Ginny vuelve a ayudar a Meda para que se siente en una de
las sillas de la cocina. Alguien se ha encargado de recoger lo que quedaba en
la mesa y parte de la familia se ha desplazado al comedor que estaba en la
habitación contigua.
Por
suerte, cada vez que nos reunÃamos todos, cada uno traÃa una fuente de comida,
porque a pesar de que yo hubiera avisado de que tenÃa suficiente, nunca era
asÃ. Siempre comÃamos el triple y casi nunca sobraba nada. Más de un Weasley
tenÃa demasiado apetito, y yo incluida.
Cuando
Teddy se limpia las lágrimas y se suena la nariz, se acerca a mÃ.
—¿Dónde
está Brigitte? Creo que fue a buscarte y desde entonces no la veo. ¿Qué ha
pasado contigo y con Dominique? ¿Está todo bien?
Asiento
y le doy un beso rápido en los labios.
—Está
dormida en el sofá, estaba allà hablando con Dom. Ya te contaré todo, pero por
el momento… está todo bien —sonrÃo y le acaricio la mejilla antes de ir a
saludar al resto de la familia.
Mientras
yo saludaba a la tÃa Hermione y al resto, en ese momento entró Percy con
Audrey, Molly y Lucy y los abuelos.
La
abuela Molly vino directa a mà a abrazarme mientras me gritaba, era su forma
cariñosa de hacerlo y de que viera que ella habÃa tenido razón con eso de que
Teddy volverÃa. Al abuelo Arthur lo sentamos inmediatamente en un sillón que
habÃa en el comedor, estaba demasiado mayor y últimamente no se acordaba de
muchas cosas, era toda una pena verle asÃ.
Los
únicos que faltaban eran George, Angelina, Fred y Roxanne, que llegaron a la
media hora, ya que George tuvo que cerrar ‘Sortilegios Weasley’ y volver a casa
inmediatamente para venir.
Mientras
algunos preparaban las fuentes que habÃan traÃdo para comer y el resto
charlaban o debatÃan cosas, yo me escapé para ir al salón cuando nadie me vio.
Me tumbé al lado contrario de donde estaba Brigitte, y encogida de piernas para
no darle y con otra manta por encima, me quedé dormida al segundo.
No
sabÃa exactamente donde estaba, o que dÃa era cuando la mano de Teddy me
despertó mientras me acariciaba la mejilla. Abrà los ojos rápidamente y me
incorporé, desorientada mirando alrededor.
—Shhh,
está todo bien, tranquila.
Una
vez que le vi, cogà aire para luego expulsarlo y le agarré de la mano
asintiendo.
—¿Cuánto
me he quedado dormida?
—Una
hora más o menos. HacÃa rato que no te veÃa, asà que me lo imaginé. Lo sospeché
ya del todo cuando Brigitte se despertó y vino a la cocina diciendo que no le
respondÃas.
Frunzo
el ceño riéndome entre dientes, me incorporo lentamente hasta quedarme sentada
en el sofá y bostezo un poco.
Teddy
se sienta a mi lado y me dejo caer sobre su hombro.
—Estoy
tan cansada… Creo que si no me hubieras despertado podrÃa haberme llevado
durmiendo toda la tarde.
—Lo
sé. En el embarazo de Brigitte lo hiciste un par de veces.
—¡Oye!
— me incorporo de él riéndome.— Soy una mujer embarazada, tengo derecho a dormir
todo lo que quiera. Y a comer, dime que hay mucha comida por favor.
—La
hay…
Teddy
se rÃe y se acerca un momento a mà para darme un beso en la mejilla. Pero
alguien nos interrumpe abriendo las puertas del salón. Cuando creÃa que iba a
ser Brigitte pidiendo comida o mis padres, me encuentro a James mordiendo una
alita de pollo con la mano.
—Venga
tortolitos, que os vais a quedar sin nada. Te he preparado un plato igual que
el mÃo Teddy, ya verás como asà te recuperas pronto.
Sacudo
la cabeza oyendo a mi primo y Teddy se levanta antes que yo para tirar de mà y
ayudarme a levantarme del sofá. Nos dirigimos a la cocina para comer con la
familia.
Después
de dos horas almorzando, entre risas, anécdotas, idas y venidas de manos entre
los platos cogiendo de todo, nos vamos poco a poco desperdigando por el comedor
y la cocina. Nuestras mesas habÃan consistido en dos fuentes de lasañas,
ensaladas, una sopa para los mayores y algunos pequeños, estofado de carne con
patatas, puddin de calabaza, patatas al horno con queso fundido por encima y un
poco de orégano, una fuente enorme de alitas de pollo, empanada de verduras y
pan hueco con queso, bacon y un poco de tomate. Además de que no faltó en
ningún momento la cerveza de mantequilla.
Yo
me adueñé de dos sillas en el comedor, una para sentarme, y otra para estirar
los pies. Brigitte consiguió enredar a Louis para que jugara un poco con ella.
Hasta ahora no habÃa parado de un brazo a otro, o mejor dicho de un plato a
otro. Estaba segura de que habÃa probado algo de todos los platos que tenÃa
cada uno.
—¿Vas
a contarlo ahora o cuando piensas hacerlo? —pregunta ahora James mientras mira
a Teddy que está sentado presidiendo la mesa.
Mi
primo se queda de pie a mi lado, dejando caer su cuerpo en el marco de la
puerta. Miro a ambos sin saber muy bien a qué se refiere, y creo que Teddy me
ve, ya que carraspea y habla.
—A
ver… Tengo información. — De repente, ambas salas que están conectadas se
quedan en silencio y todos miran hacia mi marido lentamente. — Tengo que contaros
como escapé, porque os sorprenderá, y oà bastantes cosas mientras dormÃa o me
hacÃa el dormido.
James
le hace un movimiento de cabeza a Albus, este se sienta en una silla al revés y
saca una libreta y una pluma con tinta ya incorporada. ¿Por qué deberÃa de
tomar nota de lo que cuente?
Veo
como todos se hacen una piña en el comedor. El abuelo Arthur está dormido en el
sillón, la abuela Molly está al lado charlando con Meda, impacientes ambas por
también escucharle. De pronto todos mis primos, tÃos, padres y hermanos están
en el comedor. Algunos sentados en sillas, otros en el suelo y otros de pies.
—Como
decÃa, pude enterarme de varias cosas. Para empezar, le mencionaban mucho a él,
pero también hablaban de una tal Becca. ¿Os suena el nombre?
Lily
ahoga un grito, llevándose las manos a la boca.
—¿Ella?
¿Eran los rumores ciertos?
—Henry
ya avisó cuando Regina desapareció, deberÃamos de avisarle de inmediato, él
tampoco acabó muy bien parado en una ocasión por su culpa. En cuanto Becca
descubrió que lo sabÃa, se lo hizo pagar como siempre. Marlene aún no se ha
recuperado de esa — dice Dominique agarrando la mano de Lily.
Las
miro con el ceño fruncido sin saber muy bien de qué hablan.
—Hay
que avisar a Backus de inmediato, quizás él pueda saber algo más, Regina
también está desaparecida y quizás tenga relación — dice Albus.
—Frank
también puede saber algo — puntúa Molly.
No
dejo de mirar a todos mis primos cada vez que alguien habla. ¿Pero de qué están
hablando? ¿Becca? ¿Regina? ¿Quiénes son? Harta de no tener ni idea, bajo las
piernas de un solo golpe y me incorporo.
—¡Ya
está bien! ¿Qué está pasando? ¿Quiénes son esas personas? ¿Alguien puede
contarme de que va todo esto?
Entre
mis primos, Teddy, y un par de adultos, vuelan las miradas. Hasta que finalmente
es Albus quién habla.
—No
sabes nada porque fue cuando acabaste Hogwarts, pero justo el mismo año que ya
no estuviste con nosotros, llegaron dos personas nuevas. Regina, profesora de
transformaciones, y su hija Becca. Al principio todo fue normal, no habÃa
ninguna actitud sospechosa de ninguna de las dos. Traian dejó Hogwarts ese
mismo año. Regina tuvo una relación, si es que se le puede llamar asà con Henry
Backus, el de historia de la magia. Una mañana, Molly se encontró a su amiga
Marlene medio congelada en el lago, con el cuerpo destrozado a base de
navajazos y algo peor. Le habÃan lanzado la maldición cruciatus, y no una o dos
veces, si no varias. Se llevó varias semanas en la enfermerÃa y como no se
recuperaba, tuvieron que mandarla a San Mungo.
>>
Comenzaron varios rumores, al principio no lo creÃamos. Becca era completamente
inocente, hasta llegó a ser mi amiga al principio. Pero poco a poco… fue
cambiando, volviéndose una desquiciada, histérica sin motivos en ocasiones. Un
dÃa Lily escuchó a ella y Regina discutir en el despacho de esta. Solo se oÃan
los gritos de Becca, pero pudo oÃr perfectamente decir que era adoptada, que
Bellatrix habÃa sido amiga suya en la escuela y le habÃa dado la hija que tuvo
años después con Voldemort.
OÃmos
un pequeño grito y todos volvemos la cabeza hacia la abuela Meda. Se puede ver
en su expresión como está horrorizada de lo que ha oÃdo.
—¿Tuvo
otro? ¿Una niña de Tom? — se lleva la mano a la frente negando con la cabeza.
—¿Otro?
¿Qué quieres decir con otro? ¿Acaso tuvo uno antes Meda? — le pregunta Harry
acercándose un par de pasos hacia ella.
Mi
madre le tiende un vaso de agua y tras dar un par de buches, asiente.
—En
sexto curso tuvo un niño de Rodolphus. Ambos siempre estaban peleándose,
siempre llegaban a las manos. Y no solo le daba Rodolphus, mi hermana también
sabÃa defenderse bien ante él. Le odiaba, le despreciaba, no querÃa casarse con
él, pero nuestros padres ya lo habÃan acordado con los de él. Al igual que se
odiaban, de vez en cuando se toleraban, y recuerdo perfectamente el dÃa en el
que vino a decirnos que estaba embarazada de él. Lo habÃan hecho un par de
veces en el baño de los prefectos, y ese habÃa sido el resultado. Bella se
tomaba una poción para que los demás no vieran el crecimiento de su barriga.
Pero en el séptimo mes de embarazo, rompió agua tras otra pelea con Rodolphus.
Entre mi hermana Cissy y yo la llevamos a una casa que habÃa a las afueras de
Hogwarts, estaba a medio construir, y allà dio a luz. Mi hermana nunca quiso
ver a la criatura, no la cogió, solo apartó la mirada mientras no dejaba de
vomitar.
>>
No querÃa nada que tuviera que ver con Rodolphus, y ese niño no iba a ser
menos. No pudimos hacer mucho cuando al par de horas dejó de respirar y murió
en mis brazos. A Bella le dio exactamente igual. Por mucho que tuviera que
casarse con Rodolphus, amaba a Tom Riddle, y nadie podÃa hacer lo contrario. Sé
lo que todos pensabais de ella, pero era mi hermana al fin y al cabo. Vivà con
ella hasta que bueno… su locura fue a más y se fue de casa tras la boda, que
era inevitable y finalmente sucedió.
Helados
ante sus palabras, la habitación se queda en silencio durante un par de
minutos.
—Lo
siento Meda, no puedo creerme que tuviera un hijo con Rodolphus. Y mucho menos,
otro con… él…— la abuela Molly es la primera que habla, mientras acaricia el
brazo de Meda. Creo que todos estamos pensando lo mismo pero nadie se atreve a
decirlo. Ella fue quién la mató y es ella quién está consolando ahora a su
hermana. También todos sabemos que las tres coincidieron en sus años en
Hogwarts, asà que tuvieron que conocerse más de lo que creemos.
Albus
carraspea, y prosigue.
—Los
rumores fueron creciendo, Becca desapareció de Hogwarts, al igual que Regina.
Desde hace un año no se sabe nada de ambas. DecÃan que era mucha casualidad que
Traian hubiera desaparecido el mismo año que ella llegó. El que querÃa hacerse
con el poder, con la que realmente tenÃa el poder para hacer las cosas. Todos
sabÃan que si los antiguos mortÃfagos iban a seguir a alguien, serÃa a la
descendiente del Señor Tenebroso, no a alguien que se creÃa él.
Suspiro
intentando asimilar todo esto que acaban de contar.
—¿Y
tú sabÃas todo esto? ¿Lo sabÃas y no me dijiste nada? — Miro a Teddy un tanto
dolida. Si hubiera llegado a saber todo esto no me hubiera vuelto la mitad de
loca que me volvÃ. Hubiera sabido a quién perseguir y preguntar y no hubiera
dado vueltas en vano.
Teddy
agacha la mirada y suspira.
—Lo
siento cariño, en Hogwarts nunca te enteraste de estas cosas, y no querÃas que
lo hicieras ahora. Cualquiera vive mejor en la ignorancia sin preocuparse de
esto. Los demás ya estaban buscando en el lugar adecuado y preguntando a quién
debÃan. Ellos lo saben desde que empezó todo en Hogwarts.
—¡Pero
tendrÃa que haberme enterado! ¡VivÃa mejor en la ignorancia cuando mi marido no
desapareció y habÃa un par de locos posiblemente detrás de su desaparición! ¡Si
llego a saberlo hubiera interrogado a medio alumnado de Hogwarts de nuestra
época!
De
la frustración, mi voz se habÃa elevado un par de tonos, poniéndome recta en la
silla.
—Relájate
Victoire — me dice mi madre en francés.
La
miro un instante y me echó el pelo hacia atrás de un manotazo como si eso
pudiera arreglar algo.
—Y
lo hicimos, he estado en contacto con Viola en varias ocasiones, para ver si se
habÃa enterado de algo nuevo. Max me contaba cada vez que se cambiaba de
ubicación, y asà podÃa averiguar dónde estaba para las reuniones — me dice mi
hermana mientras se pone de pie.
¿Mi
hermana? ¿Hablando con Viola intentando averiguar cosas sobre Teddy? Estoy
comenzando a marearme. No me cuadra nada, ¿por qué nadie me contó nada de esto?
¿Por qué he vivido en la ignorancia todo este tiempo?
—¿Y
Scorpius? ¿No sabrá nada? — pregunta Roxanne desde una esquina sentada en el
suelo.
—¡Os
lo he dicho mil veces! Scorpius no tiene nada que ver con esto. Con que sus
padres tengan antecedentes de hace años con los mortÃfagos, él no es como
ellos. Nunca ha sabido nada de lo que está pasando ahora, asà que no volváis a
pensarlo — dice Rose mientras se sienta de nuevo en la silla donde estaba, ya
que se habÃa levantado de un salto.
—Bien
—interrumpe Harry — mañana iré a hablar con Henry. Le pondré al dÃa de todos y
veremos qué podemos hacer. ¿Ron, Hermione?
Ambos
asienten mirando a su mejor amigo.
—Avisaré
a Sam y a Edgar para que mañana hagamos una reunión — dice James — ¿Preguntarás
a Max por el nuevo sitio? Tenemos que hablar con Viola también.
Dominique
asiente respondiendo a la pregunta. Yo sigo enfadada y acalorada por la
situación. Nada de esto me parece justo.
—Esperad.
Hay más — vuelve Teddy a hablar—. No os he contado como escapé. Un dÃa tuve una
visita sorpresa. Ese mismo dÃa por la mañana se habÃan dignado a traerme un
poco de agua sucia y un trozo de pan duro para que pudiera comer. Lo poco que
pude tragar fue suficiente para que abriera los ojos. Cada vez que alguien
venÃa a mi celda ni me enteraba, solamente cuando… bueno, me usaban de pelota
entre ellos. Pero ese dÃa estaba un poco despierto. Me llevé toda una sorpresa
cuando vi entrar a Arthur en la celda.
Ahogo
un grito al escuchar el nombre. No. No podÃa ser cierto. ¿Todo estaba conectado
y yo no me enteraba hasta ahora? ¿Ã‰l? ¿Justo él? ¿Por qué lo hacÃa? HabÃan
pasado muchos años desde que le di calabazas una y otra vez en el colegio.
Apoyo una mano en la mesa, el mareo aumenta, pero tengo que terminar de oÃr
esto.
—Iba
inmaculado con su traje como siempre, incluso en una celda completa de mierda,
él relucÃa, con la sonrisa de siempre tan tranquilo. Se acercó a mÃ, me pegó un
par de puñetazos en la cara y me apuntó directamente con la varita en la
frente. — Teddy hace una pequeña pausa, puedo notar como me mira a pesar de que
yo no dejo de mirar al suelo—. Pero antes de que pudiera lanzar el hechizo,
reunà todas las fuerzas que me quedaban y le quité la varita. SabÃa que era la
única oportunidad que tenÃa, asà que tras desarmarlo le lancé un desmaius y pude escapar. Para mi favor,
creo que él no se lo esperaba.
Alzo
la mirada lentamente, Teddy me la aguanta unos segundos antes de que yo la
aparte. Sigo mareada, pero aun asÃ, me levanto sola como puedo y me acerco a
Louis que tiene a Brigitte entre sus piernas. Me incorporo con mucho esfuerzo
hacia abajo y la cojo en brazos, teniendo esta un par de muñecas en las manos.
—Es
la hora del baño de Brigite — y sin decir nada más, salgo del comedor.
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