Alarma, alarma

¡Hola de nuevo! Esta vez traigo algo de mi propia cosecha, tranquilo no son más juegos del hambre. Es de Xiana, ya tengo un par de post con ella y lo hice hace muuuuucho tiempo, casi un mes, que para mi se me hace toda una eternidad. Pero no lo subí porque no terminó nunca de gustarme, tampoco es que lo haga ahora pero he dicho bueno, voy a dejarlo ahí y que sea lo que Rowling quiera. Ya sabéis que si dejáis vuestra opinión recibiréis un aerodeslizador con bayas gratis y ahora... ¡A leer! ¡Besitos de baya!
Por cierto, no he podido resistirme a poner esta vez dos gifs, es que... son Blair y Chuck, no tengo que dar más explicaciones.

El sonido de la alarma suena por toda la ciudad. La gente empieza a correr, chocándose unos con otros, yo paro en mitad de la plaza sin saber qué hacer. Mi casa estaba cerca de las afueras, no me daba tiempo a llegar antes de que el plan de emergencia se llevara a cabo. Luca agarra mi mano y tira de ella.

−Mi casa está cerca, vamos.

Muy a mi pesar no me queda otra, le había dicho mil veces que nunca iría allí, pero era eso o quedarme en mitad de la calle sin saber que podía pasar. Empiezo a correr siguiéndole, porque va con muy deprisa y mis pasos no alcanzan los suyos.

Se para ante un bloque de edificios blancos y abre la puerta pasando solo su muñeca por encima del descodificador. Nada más entrar, la puerta se cierra corriendo y el sonido de la alarma ya no suena tan intenso. Sin soltarme la mano me guía escaleras arriba y entramos en su salón.

No hay nadie y todo está a oscuras, aunque se puede ver algo  por la claridad que entra gracias al gran ventanal que tiene.

−No hay luz. O la han cortado o se ha ido.−Me giro cuando habla y veo que sigue pasando la mano por el detector para intentar encenderla.−Nada.

Ambos sabemos que eso no es una buena señal y ha sido eso la causa de que haya saltado la alarma, o algo peor y han tenido que cortarla.

−¿No hay nadie?

Levanta un dedo y desaparece por un pasillo, al cabo de unos segundos regresa y niega con la cabeza
.
−Estamos solos, espero que mis hermanos estén con mis padres y se hayan podido refugiar en algún sitio.

Asiento ante sus palabras y ando hacía el ventanal donde puedo ver a los últimos rezagados entrar donde pueden. Me quito la chaqueta y la dejo en un sillón blanco que hay a mi derecha. Me cruzo de brazos y alzo la vista hacía el volcán que estaba enfrente, aunque a una gran distancia.

El brillo morado se mezcla con los tonos rosas y verdes que produce el atardecer. Choca contra algunos edificios y bloques y hace que las calles tengan un toque siniestro al estar tan abandonadas. Los colores floran en el aire, ya que los edificios los devuelven y parece que las ondas en las que lo hacen, tengan vida propia.

Una cortina blanca opaca aparece y ha sido Luca el que la ha echado, lo miro y me giro para ir hacía la cocina. La carrera me había dado sed y espero poder beber algo.

−Será mejor así, por si pasa algo.−Comenta mientras escucho sus pasos que me sigue.−Al final…

Me giro antes de que pueda decir nada más y alzo mi dedo ante su cara, con los ojos muy abiertos advirtiéndole, esperando a que no terminara esa frase. Gracias a los Dioses de que de ese dedo no había salido un rayo por los nervios, o podía haberle quedado una cicatriz de quemadura, muy fea en su cara.

Era cierto que habíamos tenido unos cuantos deslices, y mentiría si dijera que no me habían gustado, y que podía atraerme de una manera extraña. Pero eso era todo, extraño, y nunca lo habíamos hablado. Bueno, él había dicho otras miles de veces que acabaría cayendo en su nube y que tarde o temprano lo admitiría. Pero para que eso pasara, aún quedaba mucho.

Es mi amigo desde hace mucho tiempo y nunca me había fijado en si realmente me gustaba o no, aunque cuando estaba demasiado cerca si podía apreciar lo guapo que era. Como sus facciones tan finas, rectas y marcadas le hacían un algo especial que podía atraerme. Pero solo eso, podía.
Suelta una carcajada que inunda la habitación y frunzo los labios para no sonreír. Ladea la cabeza y se pasa la mano por el pelo, como cada vez que estaba nervioso.

−Tienes que admitirlo chispas, si lo hubiera planeado no hubiera salido tan bien.

Pongo los ojos en blanco suspirando y cuando me doy cuenta, estoy atrapada entre él y la encimera de la isla de cocina. Sin avisar, y yo sin percatarme de sus intenciones, me coge de la cintura y de un salto me sienta sobre la encimera. Así estoy casi a su altura, solo le saco media cabeza.

−Al final… Tarde o temprano iba a pasar. Y lo sabemos.

Termina lo que antes no pudo y cogiéndome la cara con ambas manos, esas manos tan grandes y suaves que tenía, se inclina para besarme. No me aparto, ni rechisto ante la idea de lo que sabíamos que iba a pasar.

Me inclino también hacía él y le acaricio la cara un segundo, pasando la mano por la barba incipiente, para luego llevarla a su cuello y rodearle este con mi brazo. Noto sus dedos por mi cintura, acariciándome esta sin apenas tocarme. ¿Sería un poco de viento que estaba formando sin querer? Termina rodeando mi cintura con un brazo conforme iba besándome con más intensidad y yo termino con mis manos alrededor de su cuello.

Suelta un gruñido cuando le doy un mordisco y para un segundo para mirarme a los ojos, con miedo de que le haya podido hacer daño y no quiera seguir, me echo un poco hacía detrás. Pero mete las manos bajo mi camiseta y me la quita. Luego la lleva hacía mi coleta y de un movimiento me quita la gomilla para dejarme el pelo suelto, que manía tenía.

Vuelve a acercarme a él, y esta vez soy yo la que termina pegándose del todo, rodeo su cintura con mis piernas, esperando a que no le hiciera daño con el tacón de mis botas. Me levanta en brazos de allí y me mira sonriendo. Hundo la cara entre el pliegue de su cuello porque a la mañana siguiente me iba a arrepentir de esto, y vamos hacía su habitación.


Noto un cosquilleo en el cuello, parpadeo varias veces y cuando por fin consigo abrir los ojos, me doy cuenta donde estoy. Suponía que era la habitación de Luca, por los simples fogonazos que tengo de anoche y de las pocas cosas que pude ver. Estoy acostaba sobre su brazo, más de una vez me había fijado en que eran algo grande, pero ahora tan de cerca… Vaya músculos que tenía.

Apenas me muevo, no quería que supiera que estaba despierta, pero su dedo recorriéndome el tatuaje de detrás del cuello me hacía cosquillas. Termino por girarme para mirarlo y agarro bien las sábanas para cubrirme.

−Buenos días. La alarma se apagó de madrugada, cerca de las cuatro.

Asiento y miro a través del ventanal, donde parecía que por ahora todo estaba calmado y de vuelta a la normalidad. Me froto un ojo bostezando y me quedo callada acurrucada a él. Sé que tendré que levantarme de un momento a otro, sobretodo porque sus padres y hermanos estarían ya aquí y eso sí que iba a ser incómodo. Pero aún intento encontrar la forma de cómo hacerlo.

Veo como levanta el brazo, y su dedo índice empieza a girar en el sitio. Una pequeña nube empieza a crearse, y cuando está casi del todo gris y bien formada, alzo el brazo y de un pequeño movimiento de muñeca, un rayo se forma dentro de la nube, haciendo que esta truene.

La nube y el rayo ya formados en uno, comienzan a elevarse por la habitación solos. Tronando de vez en cuando.

−Te dije que encajábamos a  la perfección.

Me muerdo el labio por dentro y me levanto para darle un beso. Escucho unas risas desde la puerta y giro rápidamente para ver como dos cabezas rubias desaparecen por estas.

−¡Mierda! Ahora tendré que sobornarles con algo.

Me levanto corriendo y voy recogiendo la ropa del suelo a la vez que me la pongo mientras escucho a Luca suspirar desde la cama.

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