¿Y mi osito de peluche?
¡Hola! He tenido que borrar la primera entrada porque ese relato lo he usado para un concurso y por si las moscas, cuando acabe lo volveré a subir. El de hoy es igual que la entrada anterior, basada en mi personaje de rol, se llama Wendy la chica, creo que no lo dije en el anterior y no se menciona en ninguno. No encontraba mejor gif que ese, todos eran del oso Ted de la peli, y bueno... Es Damon, ¿quién le dice que no? ¡Besitos de bayas!
¿Y mi osito de peluche?
−¡No!
¡No! ¡Quiero ir con mi mamá! ¡Quiero con mi mamá!
Abro
los ojos de golpe, de nuevo me encuentro en la camilla atada. Después de lanzarme
miles de preguntas, que no obtenían ninguna respuesta, haberme puesto sonidos
intensos para hacerme hablar y torturarme con calambrazos. Me habían dado otra
vez sedante, y esta vez parecía que había durado mucho más. Escucho un grito
muy agudo y cuando giro la cabeza, me encuentro a una niña rubia, de unos diez
años, atada también a otra silla y llorando.
Ahogo
un grito al verla e intento incorporarme, pero unas cuerdas me lo impiden
alrededor de mis muñecas y tobillos. Forcejeo contra ellas en vano y la niña
alza la cabeza para mirarme.
−Todo
va a ir bien ¿vale? Irás con tu mamá. ¿Cómo te llamas?
Abre
la boca para contestar pero justo en ese momento la puerta se abre y cinco
personas en bata blanca entran.
−¡Tenéis
que soltarla! ¡Tenéis que dejar que se vaya! ¡Es solo una cría!
Sigo
forcejeando cuando se acercan a nosotras. Estiro la mano intentando tocarla,
pero estoy demasiado lejos para eso. No podían hacerle eso, era demasiado
pequeña, ya tenían a bastantes como nosotros, ¿por qué ella?
−¿Estado
de la paciente?
−Pulso
acelerado, muestra síntomas confusos y de ataque. No ha habido muestras del
‘don’−lo dice con otro tono de voz y alza la mirada hacia la mujer− desde hace
dos días.
Miro
a ambos mientras habla a ambos, moviendo la cabeza con rapidez algo nerviosa.
La niña vuelve a gritar asustada y cuando la miro, hay un hombre inyectándole
algo en el brazo.
−No,
no… Dime cómo te llamas.
−¿Has
visto a mi osito de peluche?−Habla arrastrando las palabras hasta que cae
dormida.
−¡Bestias!
¡Todo el mundo acabará sabiendo la verdad!
Un
hombre canoso se me acerca, enseñándome los cables para lo que venía de nuevo.
Alzo la cabeza y le escupo en la cara.
−Pequeña
idiota…
Pego
un grito y mi cuerpo se contrae arqueándose hacia arriba. No ha sido esta vez
por los calambrazos. Mis ojos se vuelven blancos y empiezo a tener una visión.
La niña de antes, en una camilla tumbada y tapada hasta el cuello con una
sábana blanca. Muerta.
Mis
manos se mueven nerviosas, intentando dibujar, pero era imposible estando
atadas y peor aún, sin nada con lo que poder dibujar. Lo necesito, necesito
algo, aunque sea sangre y dibujarlo en la camilla. Escucho muy a los lejos
algunas preguntas de los de las batas blanca. Pero de mí nunca saldrá voz para
responder.
0 comentarios:
Publicar un comentario