Estrella fugaz

Hola hola, traigo algo así corto y rápido. Os pongo en situación: Victoire Weasley viuda de Teddy, con una hija y embarazada. ¿Habéis visto cuando he dicho rapidez? Pim pam pum. Pues ea, hasta otro día, si, así estoy porque no sé cuanto tiempo ha pasado ni va a volver a pasar. *Desaparezco en una nube de humo morada* ¡Besitos de bayas!


−Toma mami.

−Gracias cariño− digo a la vez que me giro para coger su plato y dejarlo en el fregadero.

Al parecer, se está tomando muy en serio eso que le dijeron mis padres de que fuera una niña mayor y me ayudara con todo. Y lo está haciendo muy bien también.

Paso el paño por la mesa, estas pequeñas cosas hacen que vuelva a la realidad poco a poco, una vez que he quitado todo lo que quedaba de la cena, voy hacía la entrada y cojo una manta que hay en la alacena.

−Ven cariño, quiero enseñarte una cosa.

Brigitte se baja del sofá, ya está eligiendo los cuentos que le tocan esta noche y finalmente viene hacía mí. Le cojo de la mano y abro la puerta para ir al porche.

Nada más salir, dejo caer la manta sobre sus hombros y la cojo en brazos para ir hacia el columpio, como de costumbre está descalza y por esta noche me he rendido ya para que se pusiera aunque fuera unos calcetines. La siento sobre mis piernas de una forma que la barriga no sea un obstáculo entre las dos y paso mis dedos a través de su cabello.

−¿Ves todas esas estrellas, cariño?

Señalo al cielo, este está inundado de miles de puntos pequeños que brillan. Aquí en la playa no hay contaminación ninguna y se puede ver todas las estrellas a la perfección.

Brigitte asiente y dejo un beso en su mejilla, envuelvo sus piececitos con la manta y cojo su mano para señalar al cielo.

−¿Ves esa estrella que hay taaaaan grande? ¿La que brilla con más fuerza?

Sus ojos celestes pasan del cielo a mí y tras unos segundos mirándome asiente antes de volver a mirar a la estrella que le señalo.

Acerco mi cabeza a su oreja y apoyando mi barbilla muy suavemente con su hombro, susurro.

−Pues ahí arriba está papá. Y quiero que recuerdes lo mucho que te quiere, ¿me lo prometes?

Suelto su mano para mostrar mi meñique y ella enreda el suyo con el mío.

−Sí, mami.

Parpadeo varias veces seguidas, no pienso dejar caer una lágrima frente a mi hija. No ahora que intento que todo vuelva a la normalidad. Termino de acercar mi cara a la suya, y envuelvo su cuerpo con mis brazos para llenarle la cara de besos. Brigitte rompe a reír e intenta separarse.

−¡Para mami, para! Vamosh a la cama y a leeh un cuento.

Sonrío asintiendo a la vez y me levanto con ella acostada en mis brazos, por mucho que me pese no me queda otra, no pienso hacer que vuelva descalza, la próxima vez pienso pegarle los calcetines con un hechizo. Volvemos dentro y nuestras voces se pierden por la escalera preparando lo que vamos a desayunar mañana.

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