Good Moments

-¿Pero a dónde vas?
-¡A por una cosa, ahora vuelvo!- le grita él, mientras ya está un poco alejado.
-¡No tardes!
Ella se inclina a por una rebanada de pan que estaba en el mantel.  Se echó sobre el césped a absorber rayos del sol. Escuchó el murmullo de los pájaros cantar a lo lejos. Cerró los ojos y pensó en esa semana que llevaban ahí, en esa cabaña los dos solos, en todos eso momentos que habían pasado juntos. Soltó una carcajada cuando recordó el día del lago. Llevaban una pequeña canoa y él remaba, se puso a hacer tonterías y al final acabaron los dos en el agua, buceando y salpicándose agua uno al otro, o intentar ahogar uno al otro. Ella se echó encima de él y lo metió bajo el agua. El día que se fueron bosque adentro y se perdieron, tuvieron que dormir en una cueva con una hoguera y al amanecer se dieron cuenta de que solo estaban a un kilometro de la cabaña. El día de la montaña, le picó a él una araña y no pudieron escalar, se quedaron en la cabaña y ella cuido de él.
Eran tantos momentos vividos con él en una sola semana, que no se quería ir de allí, solo quería estar con él, abrazarlo, besarle, mirarlo…
Algo le rozó la oreja y abrió los ojos. Se encontró con sus ojos azules allí mirándolos, se incorporó y se encontró con un gran ramo de lilas, sus flores favoritas, las cogió y las olió. Las volvió a dejar en el césped para cogerle a él la cara y besarle. Se pusieron de pie y él la cogió en brazos, aún besándose, se la llevó para la cabaña y cuando estaban en las escaleras, ella se separó.
-¿Y la comida?
-Se la dejaremos a los animalitos.
 Y volvió a estampar sus labios con los suyos y se metieron dentro de la cabaña.

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